COPA RYDER

La perfección hecha campo

Pese a las críticas al hoyo 17, todos consideran Valderrama el mejor campo para la Ryder

Más allá de su alcornoques centenarios, de sus olivos tan perfectos que parecen de cartón piedra, de su belleza como paisaje único, de las aves que lo sobrevuelan antes de cruzar el estrecho y hasta de la nutria que mantiene el ecosistema del estanque devorando carpas, por no hablar de la monería de su casa club o del completo museo golfístico que alberga, Valderrama es un campo de golf. Cuando se trata de darle a la bola y embocarla en el menor número de golpes a pocos jugadores les interesa tanto la hermosura de las vistas como las dificultades que plantea el recorrido propuesto a su juego h...

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Más allá de su alcornoques centenarios, de sus olivos tan perfectos que parecen de cartón piedra, de su belleza como paisaje único, de las aves que lo sobrevuelan antes de cruzar el estrecho y hasta de la nutria que mantiene el ecosistema del estanque devorando carpas, por no hablar de la monería de su casa club o del completo museo golfístico que alberga, Valderrama es un campo de golf. Cuando se trata de darle a la bola y embocarla en el menor número de golpes a pocos jugadores les interesa tanto la hermosura de las vistas como las dificultades que plantea el recorrido propuesto a su juego habitual; el estado de conservación de los greens o el espesor de la hierba del rough. O el concepto del campo.Y todo el mundo coincide en ello: Valderrama es perfecto en todo, un campo que hasta el mitificado Augusta National Golf Club, el del Masters, tiene motivos para envidiar. Ningún campo de Europa está tan bien cuidado y ninguno se presenta tan difícil -calles estrechas, roughs de bermuda que se enreda en la bola, búnkers por todas partes, y árboles que siguen creciendo bordeando las calles y se convierten en obstáculos insuperables, viento cambiante que hace que el recorrido se transforme-, y ninguno tiene, según dicen los jugadores, un lunar tan grande como el hoyo 17º precisamente el hoyo rediseñado por Ballesteros.

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Lo más leve que se dice del par cinco es que jugar ahí es una lotería. Miguel Ángel Jiménez lo embocó con sólo dos golpes en 1994, pero Colin Montgomerie, uno de los abanderados de la crítica, ha sufrido allí mismo dobles y triples bogeys. La culpa la tienen un rough que cruza la calle y que un jugador se traga si sale largo, para intentar llegar a green de dos, y un green super protegido, -en cuesta y rapidísimo, como todos -no en balde son de hierba bent, la misma que en Augusta-, rodeado de un riachuelo un estanque y va rios búnkers. "Es mucho más sencillo de lo que dicen", proclama Ballesteros, defendiendo su diseño de las críticas que dicen que ha querido autohomenajerase imitando al hoyo l5º de Augusta, su favorito.

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