Tribuna:HOGUERAS DE AGOSTO

El verano de nuestro descontento

Boadella saca brillo a las dos CatalunyesHagan lo que hagan, no miren a Álvarez del Manzano en bañador

Josep Pla, que era un vitalista avanzado de ideología conservadora, escribió, aunque a la inversa, una gran verdad: que las reacciones, cuando las llevan a cabo los ineptos, salen como las revoluciones. A estas alturas del, siglo podríamos decir lo contrario: que los inútiles convierten en reacción las revoluciones. En cualquier caso, una e ha de menos a alguien como Pla, brillante, lúcido, de lengua rasposa y pluma irredenta que supiera sacarle punta a este lamentable fin de verano que premoniza un no menos pendejoso inicio de otoño/inviemo.Se me han puesto las retinas desechables tras la con...

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Josep Pla, que era un vitalista avanzado de ideología conservadora, escribió, aunque a la inversa, una gran verdad: que las reacciones, cuando las llevan a cabo los ineptos, salen como las revoluciones. A estas alturas del, siglo podríamos decir lo contrario: que los inútiles convierten en reacción las revoluciones. En cualquier caso, una e ha de menos a alguien como Pla, brillante, lúcido, de lengua rasposa y pluma irredenta que supiera sacarle punta a este lamentable fin de verano que premoniza un no menos pendejoso inicio de otoño/inviemo.Se me han puesto las retinas desechables tras la contemplación -no deliberada, pero sí inevitable- de Grasillas del Manzano, también llamado Ciudadano Álvarez, tomando el sol en una playa murciana, bien embadurnadito con brillantina. Qué falta de nivel. Mientras en las acequias se pescan los restos de magrebíes que no sobreviven al traslado en el último programo europeo organizado para que trabajen y mueran otros, hay que rendirse a la evidencia. Y es que: uno, estas Hogueras terminan el próximo sábado y yo estoy hasta las narices; dos, éste ha sido un insólito verano sin Carolina, y también aquel en el que Lady Di metió la pata, concediendo sus favores anoréxicos al miembro del miembro heredero de una de las familias más detestadas por los ingleses de alto, medio y bajo pelo: los moritos propietarios de Harrods. El verano de nuestro descontento, diría.

Nada excitante, como pueden ver. Aparte del extraño mensaje que contiene la nueva ley disciplinaria castrense -suena excitante, ¿no es cierto?- que insiste en que embriagarse o consumir drogas de forma continuada será causa de expulsión de las Fuerzas Armadas, y no de comprensión y cariño, cual a mí me gustaría. Pues no se me ocurre mayor motivo para ponerse ciego y drogarse que el hecho de pertenecer a las Fuerzas, ni me parece que haya nadie más digno de expulsión que aquel que está dentro de ellas, y encima le gustan lo suficiente como para pasarlo sobrio. En fin, hay gente para iodo.

Iconoclasta como me siento, nada me cuadra hoy mejor que acercarme a Pruit, en la Garrotxa, en donde Els Joglars, con el imprescincible Albert Boadella como locomotora, ensayan La increíble historia del Dr. Floit i Mr. Pla, una reflexión en clave de farsa sobre las dos Catalunyes, que si no resultan tan brutales ni hielan el corazón como las dos Españas, sí es cierto que descontrolan bastante al personal. En la cúpula-laboratorio donde se producen los ensayos, el prócer catalán Marull i Ticó, suma y compendio de las virtudes del catalanismo oficialista -empresario modelo de productos alimenticios basura, benefactor del Omnium. Cultural-, sueña, en su vejez y silla de ruedas, con ser enterrado en la mitológica Montserrat, con derecho a cripta. Pero algo dentro de él, la rauxa (impulso irresistible) que salva a algunos catalanes de su seny (demasiado a menudo interpretado como sentido común), le hace beber la loción Floit, que fabrica, iras descubrir que le convierte en otro. Y ese otro es, naturalmente, Mr. Pla. Ramon Fontseré, uno de los grandes actores que Boadella cultiva en su masía , pasa de Marull a Pla con escalofriante convicción y, de repente, el escenario se llena de vida, de agudez, de cuquería. Se llena de Pla, un hombre tan contra corriente y contra país que ahora está donde debe: en su sitio, el de las personas listas y amargas, que no amargadas.

La obra se estrena en el Romea de Barcelona hacia finales de septiembre, coincidiendo con el 35º aniversario -Dios, parece que fue ayer cuando irrumpieron en el mundo teatral- de Els Joglars, un grupo que ha acompañado la historia de Catalunya y de España. En el mismo Romea se celebrará, además, una exposición de materiales utilizados por el grupo a lo largo de su vida. Y en enero, en Madrid.

¿Puede todo ello, sin embargo, consolarnos del desconsuelo de haber vivido este último ve rano sin carolinadas? Lo dudo. ¿Podremos sobreponernos al hecho de que Kim Bassinger, que está guapísima con nuevo corte de pelo y nueva imagen, se encuentre lejos de Karina y ésta, tan mal con todo, tan próxima? No lo sé. Sí sé que quedan sólo 39 días para Die Boden. Y eso basta.

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