Induráin, a los 27
Es un juego sencillo pero excitante: transportar en el túnel del tiempo a Induráin y Olano; ponerles en el punto de salida del Tour el mismo día, a la misma hora y en las mismas condiciones. Es lógico preguntarse qué tiene que ver Abraharri Olano en 1997 con Miguel Induráin en 1991. Parece un acto obligado ponerles juntos, ambos con 27 años, ambos más delgados que en sus años mozos, ambos con algunos éxitos a sus espaldas.A saber: Induráin cosecha del 91 había ganado dos veces la París-Niza, una vez el Criterium Internacional, el Tour del Porvenir al tiempo que sumaba un segundo puesto en la V...
Es un juego sencillo pero excitante: transportar en el túnel del tiempo a Induráin y Olano; ponerles en el punto de salida del Tour el mismo día, a la misma hora y en las mismas condiciones. Es lógico preguntarse qué tiene que ver Abraharri Olano en 1997 con Miguel Induráin en 1991. Parece un acto obligado ponerles juntos, ambos con 27 años, ambos más delgados que en sus años mozos, ambos con algunos éxitos a sus espaldas.A saber: Induráin cosecha del 91 había ganado dos veces la París-Niza, una vez el Criterium Internacional, el Tour del Porvenir al tiempo que sumaba un segundo puesto en la Vuelta a España y venía de ser décimo en el Tour a las órdenes de Pedro Delgado. Abraham Olano llega a ese punto temporal con un arsenal estimable: campeón del mundo, segando en la Vuelta, tercero en el Giro y victoria en el Tour de Romandía; su Tour precedente le elevó al noveno puesto.
Visto así, hay terreno para que Olano gane crédito al lado de Induráin. Pero no es tan sencillo: nadie en su sano juicio se atreve a decir que Olano ganará cinco Tours.
El tiempo demostró que el estallido de Induráin venía precedido de una adaptación paciente, disciplinada y calculada al Tour. Antes de llegar su hora había ganado dos etapas de montaña. Desde esa perspectiva no hay paralelismo. No hay comparación posible, y eso quiere decir mucho o puede no significar nada. Olano conoce poco el Tour, pero se conoce a sí mismo.