TENIS: ROLAND GARROS

Hingis se rinde ante Majoli

El ratón se comió al gato. Y antes de comérselo le hizo correr, sudar y sufrir. La croata Iva Majoli vencíó en sólo dos mangas, 4-6 y 2-6, a la gran favorita, la suiza de origen checo Martina Hingis, número uno mundial, y se proclamó ayer campeona en Roland Garros. Majoli, el ratón, hizo un partido perfecto, el mejor de su vida, según reconoció ella misma al concluir. Nadie apostaba por Majoli.La croata decidió arriesgar desde el principio. Buscó siempre las líneas, lanzó cada bola un centímetro más allá de lo que aconsejaba la prudencia y, con unos derechazos formidables, movió de un lado a o...

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El ratón se comió al gato. Y antes de comérselo le hizo correr, sudar y sufrir. La croata Iva Majoli vencíó en sólo dos mangas, 4-6 y 2-6, a la gran favorita, la suiza de origen checo Martina Hingis, número uno mundial, y se proclamó ayer campeona en Roland Garros. Majoli, el ratón, hizo un partido perfecto, el mejor de su vida, según reconoció ella misma al concluir. Nadie apostaba por Majoli.La croata decidió arriesgar desde el principio. Buscó siempre las líneas, lanzó cada bola un centímetro más allá de lo que aconsejaba la prudencia y, con unos derechazos formidables, movió de un lado a otro de la pista a la mejor jugadora del mundo. Majoli atacó, empujó y avasalló hasta que su rival, extenuada, se rindió sin condiciones.

Hingis y Majoli, buenas amigas, habían bromeado por la mañana y salieron sonrientes a la pista central de Roland Garros. Pero una de las sonrisas se borró rápidamente. Ya en el tercer juego, Hingis dejó asomar gestos de impaciencia. Su servicio era blando e impreciso, sus golpes largos nunca lo eran bastante y sus piernas no conseguían llevarla hasta los ángulos imposibles que creaba Majoli. En el séptimo juego, ayudada por una doble falta de Hingis, Majoli logró al fin el break. A partir de ahí, el ratón hizo lo que quiso con el gato.

La segunda manga amplió las diferencias. Martina, el joven prodigio, era una sombra de sí misma. Le faltaban concentración, movilidad y fuerza. Demasiadas carencias como para aspirar a algo frente a Majoli, una tenista de piernas largas que funciona como una pieza de artillería: cuando le dan tiempo para instalarse en la posición adecuada, no hay nada que hacer contra sus obuses. Al perder su servicio y quedar en 2-3, Martina Hingis se refugió casi cinco minutos en el vestuario. Pero la interrupción no alteró la voluntad de ganar de Majoli. En el sexto juego se permitió una volea de manual, y en el séptimo rompió de nuevo, esta vez en blanco, el servicio de Hingis. El choque había terminado.

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