En memoria de Paulo Freire

Ha muerto Paulo Freire. Imperceptiblemente, el aire de todas las aulas del mundo se ha enrarecido; sin saberlo quizá, los maestros de todos los continentes han sentido, por un instante, que la tristeza les embargaba. Y luego se tomaba en convicción y fuerza renovadas.Pedagogía de la autonomía, del oprimido, de la esperanza. Sabía, como Bolívar, que la educación es la base de la libertad. Paulo Freire, pedagogo de la liberación, encarcelado y exiliado por quienes temen a los hombres y las mujeres dueños de su destino.

Paulo Freire, urgido por el cambio, porque sabía recordar en cada inst...

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Ha muerto Paulo Freire. Imperceptiblemente, el aire de todas las aulas del mundo se ha enrarecido; sin saberlo quizá, los maestros de todos los continentes han sentido, por un instante, que la tristeza les embargaba. Y luego se tomaba en convicción y fuerza renovadas.Pedagogía de la autonomía, del oprimido, de la esperanza. Sabía, como Bolívar, que la educación es la base de la libertad. Paulo Freire, pedagogo de la liberación, encarcelado y exiliado por quienes temen a los hombres y las mujeres dueños de su destino.

Paulo Freire, urgido por el cambio, porque sabía recordar en cada instante que, como ha escrito Salvador Ortiz-Carboneres, "la noche es larga para los que esperan la luz".Tecnología, sí, pero ternura sobre todo. Sobre todo, sonrisas y afecto para evitar el entorno frío y desvencijado de las máquinas.. Forjar actitudes, contribuir a que cada uno sea soberano de sí mismo. Soberano-crítico, guiado por estrellas altas que ni se compran ni se venden.

Hace unos meses, escribí en su autobiobibliografía: "Paulo Freire es, con su larga y brillante trayectoria en el arte de educar, una figura legendaria. No hay otra pedagogía que la pedagogía del amor. Y de la inquietud: la pedagogía de situar a todos, hombres y mujeres, en la cornisa del ejercicio de su responsabilidad, de su decisión sin injerencias externas , en el filo exacto de las luces y las sombras, entre la bruma y el resplandor, allí donde la libertad es esencia, cumbre y razón de cada vida".

Un día, en un pequeño pueblo del sur de Sudán, en abril de 1995, dediqué a mi amigo Paulo, maestro de maestros, este poema: "Ya para siempre, / de mangales, / baobabs y acacias / rodeado, / no pensaré / más que en tus ojos / de gacela herida, / niña de la soledad y de la distancia. / Me voy de barro y paja /revestido, / porque tu choza / ocupa / desde ahora / todos los espacios/ de mi casa. / Nuestras casas colmadas / y la tuya desprovista. / Deberé / No olvidar / que todo lo demás no importa. / ¡Recordar / tu choza vacía / llena de amor / y de son risas!".

Los gigantes del espíritu se mueren, pero no desaparecen nunca. Se hacen invisibles. Eso es todo. Porque practicaron la más importante de todas las lecciones: la del ejemplo.

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