"No digáis nada a Paco"

¡Como se entere Paco de que le he rebajado! No se lo digáis". No es que el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, hubiera rebajado a Paco [Álvarez Cascos], es que elevó a Rodrigo Rato a vicepresidente primero. Posiblemente al alcalde le arrastró el entusiasmo que ayer llenaba el cine donde el PP celebraba las vísperas del primer aniversario del triunfo electoral que le llevó al poder el 3 de marzo del año pasado.Pero no fue su único desliz. También, amparándose en el carácter de cuerpo místico del partido, reivindicó como 11 obras del PP" y "no del Ayuntamiento o de la Comunidad" l...

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¡Como se entere Paco de que le he rebajado! No se lo digáis". No es que el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, hubiera rebajado a Paco [Álvarez Cascos], es que elevó a Rodrigo Rato a vicepresidente primero. Posiblemente al alcalde le arrastró el entusiasmo que ayer llenaba el cine donde el PP celebraba las vísperas del primer aniversario del triunfo electoral que le llevó al poder el 3 de marzo del año pasado.Pero no fue su único desliz. También, amparándose en el carácter de cuerpo místico del partido, reivindicó como 11 obras del PP" y "no del Ayuntamiento o de la Comunidad" las actuaciones en la capital.

Pero todo. se perdonaba ayer y todo servía para lanzarse flores los unos a los otros y hacer pública profesión de amistad. La de Alvarez del Manzano con Alberto Ruiz Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid; la de Ruiz Gallardón con Rodrigo Rato; la de Rato con Pío García Escudero, presidente del PP de Madrid. Y hasta con los ausentes. Con López-Amor, "que tanto vale".

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Estaba el cine hasta la bandera, a rebosar de gente mayor y de jóvenes. Mujeres rubias y jóvenes de pelo corto.

Eran todos felices. Estaban contentos. Todo era hermoso en el acto de ayer. Desde la joven de traje rojo que presentaba a los líderes del PP hasta las palabras y las hazañas conseguias en "ni siquiera un año", como decían los oradores. La música, no. La música institucional era terrible, sobre todo cuando subía hasta ensordecer para rematar las intervenciones.

"Es simpatiquísimo, ¿te has fijado?". El joven había conseguido estrechar la mano del vicepresidente Rato mientras era arrollado sin miramientos por los escoltas que, contundentemente eficaces, abrían paso a los líderes del partido.

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Todos querían ver. Se arremolinaban en la puerta del cine, bajo los carteles que anunciaban que a las 4.15, a las 7.00 y a las 10.00 podía verse en aquella misma sala El amor perjudica seriamente la salud.

Luego se dirigían presurosos hacia la docena de autocares que les esperaban aparcados en el carril bus.

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