Documentos TV analiza la batalla del periodismo norteamericano frente a intereses empresariales

A lo largo de 1995, el periodismo norteamericano se vio envuelto en una significativa batalla contra los intereses de las grandes empresas. El asunto se centraba en tomo a las investigaciones de la compañía Brown & Willimas demostrando que las compañías tabacaleras manipulaban la nicotina de sus cigarrillos, conscientes desde hace años del poder adictivo de la sustancia. Esta información la puso en conocimiento de periodistas de la CBS Jeffrey Wigand, que rompió el pacto de confidencialidad con el que se habían realizado los estudios y que actualmente, sintiéndose acosado, vive en un retiro cl...

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A lo largo de 1995, el periodismo norteamericano se vio envuelto en una significativa batalla contra los intereses de las grandes empresas. El asunto se centraba en tomo a las investigaciones de la compañía Brown & Willimas demostrando que las compañías tabacaleras manipulaban la nicotina de sus cigarrillos, conscientes desde hace años del poder adictivo de la sustancia. Esta información la puso en conocimiento de periodistas de la CBS Jeffrey Wigand, que rompió el pacto de confidencialidad con el que se habían realizado los estudios y que actualmente, sintiéndose acosado, vive en un retiro clandestino. Documentos TV analiza hoy en La 2, en el programa Cortina de humo (0,20 horas), los entresijos de esta batalla.

Con las declaraciones de Wigand y de otros, Lowell Bregman, productor del espacio 60 minutes, el más prestigiado programa de investigación norteamericano, con 29 años de existencia, preparó una información que, sin embargo, los ejecutivos censuraron ante el temor de ser objeto de una demanda por las tabacaleras. No bastó con que los abogados de la emisora garantizaran una sentencia judicial favorable en caso de conflicto; CBS soslayó el desafío teniendo ante todo en cuenta la proximidad de su multimillonaria fusión con Westingliouse y los perjuicios que le acarrearía verse envuelta en una querella de tal magnitud. Más aún: informaciones posteriores descubrieron que una filal de CBS, la Loews Corporation, era propietaria de la firma Lorillard, con manufacturas de productos tabacaleros. El ex presidente de Lorillard es hijo del actual presidente de Loews, Lawrence Tisch.

Red de intereses

Esta red de intereses determinó al fin la subordinación de los informativos de CBS a los intereses del capital, pero no fue la única ni la primera emisora que se allanó en poco tiempo al imperio del tabaco. Tres meses antes, la cadena ABC se había enfrentado a una demanda de 15.000 millones de dólares de Philip Morris por la denuncia de manipular las dosis de nicotina. El programa donde se realizaba la acusación era Day One y, finalmente, la cuestión acabó saldándose entre las dos partes con una rectificación pública de ABC que dejó satisfechos a los fabricantes. Efectivamente, ABC se encontraba también en trance de ser adquirida por Disney, y varios ejecutivos, con acciones en la cadena, se jugaban en el envite alrededor de un millón de dólares por cabeza.¿Está la información, una vez creados los grandes grupos con ramificaciones multimedia, definitivamente trabada por intereses contrarios al bien público? El comportamiento de The New York Times, que informó detalladamente sobre todo el problema, es una prueba de un contrapeso esperanzador. También la Universidad de California, hasta donde llegaron los papeles de la investigación de Brown & Williams, contribuyó a servir a la colectividad divulgando las 4.000 páginas del documento por Internet. Y el reportaje que, a su vez, ha realizado Daniel Schori para una cadena de televisión pública y cuyo contenido emite hoy Documentos TVE, programa que dirige y presenta Pedro Erquicia, demuestra que siguen hablando voces independientes.

La primera enmienda de la Constitución norteamericana sobre libertad de expresión sigue viva a pesar de las numerosas y muy robustas amenazas del gran capital. Pero en qué grado y hasta cuándo será así son interrogaciones que plantea este programa, realizado con la perfección y ritmo en que son maestros los realizadores norteamericanos.

Una objeción y no pequeña para la emisión española es que el sonido original y la traducción de los parlamentos al castellano se ofrecen con volumen similar, lo que, demasiado a menudo, convierte en un guirigay las intervenciones de todas las partes.

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