Crítica:'LA VIDA SEGÚN...'

Personas

"Soy un producto del Barrio Chino, de la subcultura, de las coplas". Maruja Torres se desnudó el miércoles en La 2. No es común este tipo de catarsis emocionales, entre otras cosas porque sólo la carne da bueno resultados en los índices de audiencia. Además hace tiempo que las televisiones sólo se interesan por las entrevistas cuando hay por medio una actualidad de prensa del corazón: sufridoras cantantes divorciadas (la especialidad de Nieves Herrero), príncipes consortes pillados in fraganti (la tentación de Ángel Casas), modelos liadas con millonarios casados (pasto de los reporteros...

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"Soy un producto del Barrio Chino, de la subcultura, de las coplas". Maruja Torres se desnudó el miércoles en La 2. No es común este tipo de catarsis emocionales, entre otras cosas porque sólo la carne da bueno resultados en los índices de audiencia. Además hace tiempo que las televisiones sólo se interesan por las entrevistas cuando hay por medio una actualidad de prensa del corazón: sufridoras cantantes divorciadas (la especialidad de Nieves Herrero), príncipes consortes pillados in fraganti (la tentación de Ángel Casas), modelos liadas con millonarios casados (pasto de los reporteros de ¡Qué me dices!)..., una fauna de discurso reducido y mercantilista que vende un retazo mezquino de una miserable vida expuesta a los brillos del papel couché.Ana Cristina Navarro ha tenido la suerte de elegir a sus personajes para escarbar en La vida según... Chavela Vargas, Luis Rojas Marcos, Antonio Banderas, Gabriel García Márquez y, cómo no, Maruja Torres: toda energía, toda ironía, toda provocación ("una cosa es darse un mordisquito y otra darse de hostias". "Para mí, la penetración bien hecha no tiene parangón"). Ana Cristina Navarro ha jugado la baza de la conversación. Escuchar es un arte, máxime en estos tiempos de zapping compulsivo. Y la periodista lo ha hecho sin presionar al invitado, como si el tiempo fuera secundario y lo importante todo aquello que ahora no se valora: los gestos, las pausas, las miradas.

La realización, trufada de primeros planos (el recurso a pequeñas piezas reportajeadas le ha permitido a la periodista colar su opinión y situar al personaje en su contexto histórico-social), forma parte del instrumental del entrevistador en televisión: así descubrimos a una Maruja Torres de gestos nerviosos, de boca desencajada ante el recuerdo del horror en Panamá, de sonrisa juguetona y cómplice ante unas salidas de tono cuyo desparpajo desarma a la entrevistadora. Maruja supo bucear en su pasado "de niña inoportuna que supo crear un espacio propio" y encontró claves nacidas de su propia experiencia profesional ("el estereotipo es el enemigo del periodista").

La vida según... ha terminado. Poco espacio queda ya en televisión para encontrar la lucidez de Maruja Torres, para descubrir a las personas que a menudo se esconden tras una imagen pública.

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