NECROLÓGICAS

Henri Nannen, legendario editor de 'Stern'

Al final de sus días, Henri Nannen estaba hasta las narices del periodismo y se dedicaba al arte, la colección de cuadros que había donado a su ciudad natal, Emden, y se dice que ni miraba el producto de casi toda su vida: la revista Stern. Nannen murió en la madrugada del domingo, a los 82 años, tras dos operaciones en un intento fallido de parar el cáncer.Por sus cabellos grises y aspecto elegante, le llamaban en la jerga periodística de Hamburgo Sir Henri, pero tenía la mala leche y desvergüenza imprescindibles para imponerse en la profesión. Fundó Stern, que parecía predestin...

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Al final de sus días, Henri Nannen estaba hasta las narices del periodismo y se dedicaba al arte, la colección de cuadros que había donado a su ciudad natal, Emden, y se dice que ni miraba el producto de casi toda su vida: la revista Stern. Nannen murió en la madrugada del domingo, a los 82 años, tras dos operaciones en un intento fallido de parar el cáncer.Por sus cabellos grises y aspecto elegante, le llamaban en la jerga periodística de Hamburgo Sir Henri, pero tenía la mala leche y desvergüenza imprescindibles para imponerse en la profesión. Fundó Stern, que parecía predestinada a ser un prototipo de la llamada en Alemania prensa Soraya, es decir, del corazón, pero la convirtió en la mejor revista ilustrada del continente, a base de una atractiva mezcla de buenos reportajes, periodismo crítico, grandes exclusivas y excelente presentación gráfica. En sus cartas, "querido lector de Stern", Nannen dio a la revista el toque progresista en los años de la política hacia el Este de Willy Brandt. En una ocasión entrevistaron al dirigente soviético Leonid Bréznev, y Nannen se retrató sentado en el borde de la mesa de despacho del amo del Kremlin. Legendaria fue su portada con fotos de famosas bajo el título "Nosotras hemos abortado". Apoteósicas sus polémicas, como cuando un periodista de televisión le acusó de nazi o contra la papisa del feminismo alemán, Alice Schwarzer, que le acusaba por sacar mujeres ligeras de ropa en la revista.

Cuando ya no dirigía la revista, pero seguía como editor, Stern tuvo la metedura de pata histórica de publicar los diarios falsificados de Hitler. Nannen había perdido ya el olfato, pero no tanto como para reconocer que "esta caca huele" y calificar de "catástrofe para Stern" lo ocurrido. No le faltaba razón, porque desde entonces Stern no recuperó credibilidad, y hoy es un producto carente de interés. Para Nannen, el escándalo significó la puntilla: se retiró del periodismo y se dedicó a cuidar su valiosa colección de arte. No obstante, todos le recordarán como un pura sangre del periodismo.-

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