Tribuna:

Catástrofes

Apenas 48 horas después del comienzo de la Liga de fútbol, psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas y lacanianos se frotan las manos porque las encuestas les pronostican una larga clientela. Docenas de directivos de clubes de fútbol van a vivir el peor año de sus vidas, en perpetua tensión entre lo que se han gastado en fichajes y los resultados deportivos. También es factor de profundo, trastorno psicometafísico que, siendo las directivas y los estadios refugio habitual del patriotismo, y no sólo del español, la apuesta por la Legión Extranjera futbolística pudiera ser el principio de la forma...

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Apenas 48 horas después del comienzo de la Liga de fútbol, psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas y lacanianos se frotan las manos porque las encuestas les pronostican una larga clientela. Docenas de directivos de clubes de fútbol van a vivir el peor año de sus vidas, en perpetua tensión entre lo que se han gastado en fichajes y los resultados deportivos. También es factor de profundo, trastorno psicometafísico que, siendo las directivas y los estadios refugio habitual del patriotismo, y no sólo del español, la apuesta por la Legión Extranjera futbolística pudiera ser el principio de la formación de una conciencia apátrida.Imaginémonos que una plantilla como la del Real Madrid no consigue la Liga ni la Copa. Consideremos que el Barcelona sólo obtiene la clasificación para la UEFA por los pelos. ¿Qué puede suceder si el Betis se clasifica por detrás del Sevilla después de los fichajes realizados? Hasta ahora, los ex yugoslavos -es un decir- eran la medida de todas las cosas, pero esta temporada se ha fichado de Romario para arriba y las expectativas no pueden ser totalmente compensadas, porque no está escrito que Dios pueda hacer ganar la Liga a la vez al Madrid, el Barcelona, el Valencia, el Betis o el Deportivo de La Coruña, por citar a los más inversionistas.

De las previsibles frustraciones pueden derivarse desórdenes públicos, así como un peligroso pesimismo colectivo si tenemos en cuenta que estamos a un paso del 98 y que las efemérides arrastran la sombra de las depresiones pasadas.

Urge prefabricar entusiasmos compensadores de ilusiones perdidas o ampliar el número de poli cías públicos o privados, porque no creo que con los psiquiatras baste.

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