El yudo continúa su fiesta con una segunda medalla

Isabel Fernández, entrenada por Miriam Blasco, bronce en los 56 kilos

Miriam Blasco tuvo otro triunfo más en su brillante carrera dentro del yudo. La campeona olímpica de Barcelona 92, ahora preparadora de yudokas, ganó a través de su alumna Isabel Fernández la medalla de bronce en la categoría de 56 kilos, que pudo ser de plata si ante la subcampeona del mundo, la surcoreana Jung, no le hubieran quitado una técnica que habría igualado el combate y muy posiblemente después permitirle ganar la decisión dividida.Miriam no pudo estar en el tatami, pero ha dejado su impronta. Y detrás, por algún sitio, Sergio Cardell, el ex judoka y su preparador que falleció en un ...

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Miriam Blasco tuvo otro triunfo más en su brillante carrera dentro del yudo. La campeona olímpica de Barcelona 92, ahora preparadora de yudokas, ganó a través de su alumna Isabel Fernández la medalla de bronce en la categoría de 56 kilos, que pudo ser de plata si ante la subcampeona del mundo, la surcoreana Jung, no le hubieran quitado una técnica que habría igualado el combate y muy posiblemente después permitirle ganar la decisión dividida.Miriam no pudo estar en el tatami, pero ha dejado su impronta. Y detrás, por algún sitio, Sergio Cardell, el ex judoka y su preparador que falleció en un accidente de moto meses antes de los Juegos de Barcelona dejando huérfanas a ambas. El fue también quen inició en el yudo a la nueva medalla olímpica española.

La cantera alicantina continúa dando éxitos en esta especialidad. Sólo faltará que Yolanda Soler, la triple campeona de Europa también entrenada por Miriam Blasco, después de trasladarse de Madrid a Alicante, pueda competir a pleno rendimiento mañana en los 48 kilos superando sus problemas en un hombro.

Hoy la nueva opción de medalla es Almudena Muñoz. Isabel, quinta en los pasados Mundiales de Chiba (Japón), en 1995, donde ganó la plaza para Atlanta, perdió allí el combate por la medalla de bronce, pero lo ganó después en los campeonbatos de Europa de La Haya (Holanda), disputados en mayo. El podio europeo ya lo conocía, pues empezó a subir con fuerza, al segundo puesto de la plata en Birmingham94. Sólo le faltaba refrendarlo al máximo nivel, en unos Juego! Olímpicos.

Cabeza de serie en el cuadro del grupo A ganó primero a la australiana Hill y después a la azerbaiana Guseynova. En ambos lo logró con autoridad, haciendo un yudo seguro y dominador, el que se podía esperar de una aspirante a medalla. Un wazari en el primer combate y un yuko y dos kokas en el segundo, mostraron la claridad de sus triunfos.

El recuerdo de Ernesto Pérez volvía a la sala que recordará ya siempre el yudo español para su historia. De nuevo el equipo era una piña y los gritos de ánimo empujaban a Isabel. La medalla sólo estaba a dos pasos y el primero lo dio ante la húngara Pekli. Aunque la dominó en muchos momentos sólo dos amonestaciones (shido) al final, cuando su rival había tomado un koka de ventaja, le permitieron seguir soñando. Hubiera sido otra injusticia su derrota, pues había llevado toda la iniciativa e intentado la mayor parte de técnicas. Pero el nivel subía cada vez más.

Isabel afrontó el combate final de grupo con toda la moral, pese a que era contra la subcampeona mundial, la surcoreana Jung, que perdería luego la final con cubana González, como en Chiba. Sólo una proyección en suelo, que le valió un yuko, mandó a la española a pelear por el, bronce. Pero las siempre discutibles decisiones arbitrales la privaron muy posiblemente de la victoria. Hizo una técnica que merecía un yuko, al menos, y no se lo concedieron. La decisión posterior de los tres jueces, tras haber llevado más la iniciativa, habría podido ser suya.

Pero su camino de plata o de oro, se cortó ahí donde el primer día pasó Ernesto Pérez. Al menos, quedaba aún la posibilidad del bronce, E Isabel no lo desaprovechó frente a la británica Fairbrother, que venía de ganar una de las repescas.

Fue tan angustioso como ante Jung, pero esta vez la fuerza y determinación de Isabel, la misma que la había llevado hasta ese punto, le sirvió para que su rival recibiera dos shidos de amonestación por falta de combatividad (miedo a entrar para no encajar una técnica). El bronce era suyo, la segunda medalla del yudo y de toda la expedición española que ha creado ya la envidia general. Es la vela en el tatami.

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