EURO 96

Stoichkov tensa la espera española

La victoria de Bulgaria obliga a España a ganar a Francia para depender de sí misma

Bulganía despachó a Rumania y convirtió la espera española ante el choque con Francia en una tortura. Ya no hay otra salida para el grupo de Clemente que ganar el sábado si quiere caminar sólo por la Eurocopa y no pedir cuentas ajenas. La apuesta por el empate en el Saint James Park la frustró un viejo conocido de nombre Stoichkov. El ex ariete azulgrana jamás pactó con nadie, y menos ahora en que se juega el contrato para el curso que viene.Rumania, que ya no tiene opciones, no mereció la derrota. Fue mejor equipo que Bulgaria. Pero no le sirvió tampoco de nada tener más estructura y organiza...

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Bulganía despachó a Rumania y convirtió la espera española ante el choque con Francia en una tortura. Ya no hay otra salida para el grupo de Clemente que ganar el sábado si quiere caminar sólo por la Eurocopa y no pedir cuentas ajenas. La apuesta por el empate en el Saint James Park la frustró un viejo conocido de nombre Stoichkov. El ex ariete azulgrana jamás pactó con nadie, y menos ahora en que se juega el contrato para el curso que viene.Rumania, que ya no tiene opciones, no mereció la derrota. Fue mejor equipo que Bulgaria. Pero no le sirvió tampoco de nada tener más estructura y organización que el contrario. A Bulgaria le bastó con un sólo futbolista. El choque, al fin y al cabo, no tuvo nunca vida. Fue inanimado.

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No es extraño que, en este contexto, resultara determinante una acción terminal de Stoichkov. El búlgaro le ganó a Hagi el mano a mano con el que se resumía la contienda. Stoichkov ha sido siempre un futbolista que se basta a sí mismo para jugar: él parió la jugada del gol y él mismo lo marcó. Es un finalizador. Hagi, por contra, propone y el colectivo dispone. La diferencia entre uno y otro marcó el enfrentamiento. Bulgaria fue directa y Rumania indirecta.

Y nada como un jugador tan caliente como Stoichkov para combatir el frío de la grada. El suyo fue un gol de vértigo. Ya de inicio tomó la bola de Balakov a la salida de la divisoria, enfiló el marco con un regate en corto con la zurda hacia dentro del campo, se metió por entre el libre y el central rumanos y retrató a Stelea con un disparo seco. Una bala.

El fútbol directo del zurdo búlgaro contrastó con el juego demasiado elaborado de los rumanos. Le faltó remate y gol al grupo de lordanescu. El que marcó Munteanu a la media hora a la salida de un córner no lo vio el árbitro. Pese a que el cuero, tras dar en la base del larguero, traspasó la línea de meta y volvió a quedar en juego, el linier y colegiado no se dieron por enterados.

Bulgaria vivió todo el partido de esas dos acciones puntuales. Hasta Stoichkov bajó al lateral para lanzar su diagonales hacia la carrera de Lubo Penev. Un pase y una carrera del líder búlgaro valieron tanto como el seguido de toques que ofreció Rumanía en todo el primer tiempo. La única preocupación del grupo de Dimitar Penev fue sacar a Hagi del partido con un marcaje de lordanov por todos los sectores del campo. El encuentro quedó así parado con los los diez mejores de Bulgaria contra los diez peores de Rumania. Munteanu se ofreció entonces como la alternativa ofensiva del equipo. Pero el gatillo del zurdo del Colonia se encasquilló.

Desfondado Raducioiu, desubicado Hagi y desafinado Munteanu, Rumania se perdió en la cancha con su fútbol de crucigramas. Fue un grupo tartamudo.

El equipo de lordanescu se fue consumiendo a la espera de un libre directo, de un córner o de un zurdazo de Hagi a la salida de un regate. Ni el balón parado, sin embargo, les redimió. Resultó intrascendente que la zaga búlgara tuviera problemas de acoplamiento. Le valió vivir a expensas de un veterano como Ivanov.

El partido murió con un mano a mano en la portería rumana, en el que Stelea le ganó a Lechtkov, y con el enésimo disparo sin tino de Munteanu. Dos sobresaltos en medio de la siesta. Stoichkov había decidido desde el tercer minuto jugar para los demás.

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