Recompensa para un héroe

El argelino que perdió una piema al salvar a una joven en Madrid obtiene un permiso de residencia

Madrid recompensó ayer a su nuevo héroe. Es Miloud Khedari, de 25 años, inmigrante ilegal argelino que perdió la pierna izquierda y el ojo derecho por socorrer, hace un mes, a una menor cuando un hombre la atacaba en el metro. El agresor le arrojó a la vía en el momento que pasaba un convoy. La máquina le arrolló. El reconocimiento a su coraje le ha llegado ahora de manos del nuevo delegado de Gobierno en Madrid, Pedro Núñez Morgades, que le entregó los documentos de exención del visado, primer paso para regular su situación en España. Núñez Morgades subió hasta la planta octava del hospital D...

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Madrid recompensó ayer a su nuevo héroe. Es Miloud Khedari, de 25 años, inmigrante ilegal argelino que perdió la pierna izquierda y el ojo derecho por socorrer, hace un mes, a una menor cuando un hombre la atacaba en el metro. El agresor le arrojó a la vía en el momento que pasaba un convoy. La máquina le arrolló. El reconocimiento a su coraje le ha llegado ahora de manos del nuevo delegado de Gobierno en Madrid, Pedro Núñez Morgades, que le entregó los documentos de exención del visado, primer paso para regular su situación en España. Núñez Morgades subió hasta la planta octava del hospital Doce de Octubre con los documentos pendientes de firma. Miloud sonrió levemente, estampó su nombre y su apellido y respiró hondo. Ya nadie podrá devolverle, cojo y con la visión disminuida, a Argelia, de donde salió hace tres meses en busca de una nueva vida.El siguiente regalo que recibirá Miloud será el permiso de residencia o de trabajo. El delegado no precisó el tipo de documento que le concederá. "Aún no sabemos si la intervención le permitirá trabajar, pero, si, no es así, se le proporcionará una pensión de invalidez o una no contributiva. Vamos a procurar que tenga una vida digna".

En busca de esa vida digna llegó Miloud a España en marzo. Lo hizo escondido en un barco, sin pasaporte ni papeles. Un atillo servía para envolver sus pertenencias y todo su pasado en Argelia. Lo re cordaba a los cuatro días del percance, tumbado en la habitación del hospital, solo y sin ningún, familiar a su lado. En su país jugaba al fútbol en un equipo de Segunda División y trabajaba en un tienda de alimentación. "La vida allí es dura. Quiero encontrar un trabajo aquí, no importa de qué. Sólo quiero quedarme en Es paña", murmura.

Miloud habla francés y árabe. Del español apenas chapurrea unas palabras. Lo primero que pidió nada más despertar de la primera operación que sufrió tras el accidente fue un plátano y un diccionario de árabe. Acurrucado entre las letras de s u lengua materna entretiene las horas y los días. Así, y en compañía de decenas de visitas. Algunos, amigos y compatriotas. Como Farid Adj oy, fundador de la Plataforma de Solidaridad con Miloud- "Vengo todos los días a verle y charlamos en árabe. Es increíble su heroicidad, aunque él es tan humilde que no se considera nada especial. En la sociedad que vivimos es necesario que haya gente como él". Sin embargo, la mayoría de las visitas que han pasado por la habitación del "morito", como dicen en la ventanila de información, son desconocidos. Todos a la vera del héroe. De la pared e la habitación cuelgan mensajes y tarjetas de felicitación. El armario stá lleno de cajas e bombones. Faid, en calidad de portavoz y amigo de Miloud, agradece todos estos detales. "La gente se stá volcando con él. Y se emociona cada vez que vienen a verle, pero estos días está un poco nervioso y necesita descansar".

El hospital ha restringido las visitas. Y Miloud y sabe, porque se lo han contado, que ha perdido la visión de un ojo y que caminará con ay uda de una prótesis. Del estado médico y anímico del paciente da cuenta el doctor Alejandro García: "Es muy delicado. Además de todo lo que ha perdido, el pie derecho todavía es discutible porque se le acaba de hacer una operación complicada. Tendrá que volver a aprender a andar". Miloud está dispuesto. Sin embargo, a lo que su; memoria se niega es a recordar el peor de sus sueños: el momento en que un hombre le arrojó a la vía del metro. De lo que sí se acuerda es del rostro de la estudiante, de 16 años, a la que socorrió mientras la estaban atacando. Y repite, aún mirando su cuerpo mutilado: "Lo volvería a hacer".

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