Reportaje:

La fiebre del jaque

Cientos de aficionados al ajedrez siguen en directo las emociones del torneo Comunidad de Madrid

Son unos seiscientos apasionados, porque en el Auditorio de la ONCE no caben más, que desmienten cada día a quienes aseguran que el ajedrez es aburrido. Llegan a partir de las 15.30 a la sede del torneo Comunidad de Madrid; observan, analizan, discuten, gozan y sufren con sus ídolos. Cuando la sala se vacía, casi es de noche. Pero ninguno tiene la sensación de que han pasado seis horas. Así es la fiebre del boxeo mental.Casi todos son hombres, de todas las edades; la mayoría opta por sentarse en la sala de butacas, ver las jugadas en tableros electrónicos gigantes y escuchar por aur...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Son unos seiscientos apasionados, porque en el Auditorio de la ONCE no caben más, que desmienten cada día a quienes aseguran que el ajedrez es aburrido. Llegan a partir de las 15.30 a la sede del torneo Comunidad de Madrid; observan, analizan, discuten, gozan y sufren con sus ídolos. Cuando la sala se vacía, casi es de noche. Pero ninguno tiene la sensación de que han pasado seis horas. Así es la fiebre del boxeo mental.Casi todos son hombres, de todas las edades; la mayoría opta por sentarse en la sala de butacas, ver las jugadas en tableros electrónicos gigantes y escuchar por auriculares los comentarios técnico-erótico-festivos de Félix Izeta y Rafael González, que retransmiten las partidas con el fervor propio de un Real Madrid-Barcelona. Otros, los más ortodoxos, prefieren irse a una sala anexa para atender a los análisis serios de dos grandes maestros, el georgiano Elizbar Ubilava y José Luis Fernández.

Pero la auténtica salsa se cocina en los pasillos, adornados con tenderetes de exposición y venta de libros. Ahí se juntan los apasionados recalcitrantes como Emilio Pardiñas. Veterano curtido en mil batallas de tablero, disfruta como un niño y padece al ver que el madrileño Pablo San Segundo tiene serios problemas ante el británico Michael Adams: "Me temo que Pablo va a perder, pero hoy vamos a tener mucha emoción en la partida de Víctor Korclinoi; va a sufrir tremendos apuros de tiempo".

Otra de las claves que distinguen al ajedrez de los demás deportes es la posibilidad de adivinar, tras un razonamiento lógico, las próximas jugadas. A la izquierda de Pardiñas, uno de sus amigos lo explica así: "Pasamos la tarde muy bien, porque nos da tiempo a decir muchas tonterías y a rectificar después. A veces predecimos lo que hacen las grandes estrellas, y eso nos da un gran placer, porque nos damos cuenta de que no somos tan malos".

A la derecha está Francisco, sordormudo y sufridor de una retinosis pigmentaria que reduce su visión en más del 90%; aun así, acierta a distinguir desde muy cerca las piezas y las casillas, lo que le permite recrearse en un mundo interior de creatividad, incertidumbre y reflexión. Francisco está hoy emocionado por la gran espectacularidad de la partida entre el español Alexéi Shírov, recién nacionalizado, y el georgiano Zurab Azmaiparashvili; además, hay morbo: Shírov se ha negado, a estrechar la mano de su rival porque acusa a éste de haber amañado partidas, lo que niega el caucásico.

A la hora de volver a casa, los rostros son risueños porque Miguel Illescas es el líder contra pronóstico y se codea con los mejores del mundo. Aunque en realidad eso es lo de menos. Tras vibrar durante seis horas, todos guardan en su memoria las fogosas jugadas de Shírov y la brillante defensa de Korchnoi. Por cierto, ¿por qué no jugó Df3 en lugar de Tg1? En cuanto lleguen a casa lo analizarán en el tablero. Es la fiebre del jaque, una enfermedad incurable.

Torneo Comunidad de Madrid. Auditorio de la ONCE. Paseo de la Habana, 208, metro Pío XII. Entrada libre. De 15.30 a 22.30. Hoy, domingo, y el jueves no hay torneo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En