FÚTBOL 39ª JORNADA DE LIGA

El Zaragoza huye de la promoción

El Mérida vuelve a la zona de peligro

La afición de La Romareda está llamada a vivir el mes de mayo bajo el signo de la emoción. El año pasado afrontaba las horas previas a la final de la Recopa; ayer, vivió ante el Mérida otra final, esta vez por eludir la promoción, y también salió airoso, aunque ambos contendientes ofrecieron un encuentro impropio de Primera División.El empuje físico y el interés no parecen argumentos suficientes para moverse en la máxima categoría, pero ayer fue lo único que ofrecieron Zaragoza y Mérida. Los visitantes montaron su particular muralla ante Leal, dejando patente desde el primer momento que el...

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La afición de La Romareda está llamada a vivir el mes de mayo bajo el signo de la emoción. El año pasado afrontaba las horas previas a la final de la Recopa; ayer, vivió ante el Mérida otra final, esta vez por eludir la promoción, y también salió airoso, aunque ambos contendientes ofrecieron un encuentro impropio de Primera División.El empuje físico y el interés no parecen argumentos suficientes para moverse en la máxima categoría, pero ayer fue lo único que ofrecieron Zaragoza y Mérida. Los visitantes montaron su particular muralla ante Leal, dejando patente desde el primer momento que el empate era el objetivo máximo al que aspiraban, mientras Víctor Fernández recurrió a la vieja guardia, aquella de los éxitos, para lograr un triunfo que resultaba obligado para evitar el fantasma de la promoción.

La acumulación de hombres no es, sin embargo, síntoma de orden y el Mérida, pese a situar hasta siete hombres frente a su guardameta, tuvo una disposición que dejaba demasiados huecos por las bandas. Belsué y García Sanjuán sacaron provecho de la situación, colándose una vez tras otra hasta la cocina. Para facilitar la tarea al Zaragoza, Leal falló en uno de los despejes, precisamente a centro de Sanjuán, y Pardeza no tuvo más que empujar el balón a la portería rival.

Casi todo el tiempo por delante, el Mérida veía trastocados todos sus planes y debía optar por la búsqueda del gol. Pero el Zaragoza no está para alegrías y lejos de aprovechar que los emeritenses parecían una presa fácil de ser noqueada, regalaron el empate. Juan mi introdujo el balón en su portería, poniendo al entrenador en evidencia y abriendo el enésimo debate sobre la calidad de los porteros zaragocistas.

Con el 1-1 el pánico se adueñó de La Romareda. Y es que cada minuto que pasaba el juego del equipo se hundía un poco más. Los jugadores aragoneses parecieron adoptar la táctica de todos tras el balón y el caos fue manifiesto. El público comenzó a encresparse, especialmente con los fallos de Aragón, Nayim y Poyet, cuyo estado de forma y participación en el juego son cada vez más escasos.

El descanso sirvió para que Víctor Fernández ordenara, siquiera levemente, a su equipo. Con una mejor disposición, Pardeza falló en un mano a mano ante Leal y en la jugada siguiente -los despropósitos seguían a ritmo parejo en ambos conjuntos- fue Sinval quién erró ante Juanmi.

Como en los mejores tiempos, tuvo que ser la cabeza de Poyet la que sacara del letargo al equipo. Cabeceó a placer un lanzamiento de córner que, esta vez sí, descompuso al Mérida. Kresic introdujo a todos sus hombres de ataque y se la jugó a una carta, pero el Zaragoza tenía en la defensa a su mejor línea y contaba con las aportaciones de Gustavo López, que, recién entrado en el césped, marcaba su primer gol en la Liga y sentenciaba el encuentro.

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