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Con su única actuación en Amsterdam, Joaquín Cortés consiguió desatar las pasiones más ocultas de los holandeses. Al término del espectáculo Pasión gitana, el teatro Lecarre estaba totalmente rendido a sus pies y volcado en un interminable aplauso que se prolongó por más de diez minutos acompañado de espontáneos pataleos y arrebatados gritos desde el patio de butacas. Convertido en el sex-symbol de la danza, Cortés no tuvo que conquistar al público porque antes de poner un pie en el escenario lo tenía ya conquistado. Le precedía el éxito de su actuación en Londres y la ate...

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Con su única actuación en Amsterdam, Joaquín Cortés consiguió desatar las pasiones más ocultas de los holandeses. Al término del espectáculo Pasión gitana, el teatro Lecarre estaba totalmente rendido a sus pies y volcado en un interminable aplauso que se prolongó por más de diez minutos acompañado de espontáneos pataleos y arrebatados gritos desde el patio de butacas. Convertido en el sex-symbol de la danza, Cortés no tuvo que conquistar al público porque antes de poner un pie en el escenario lo tenía ya conquistado. Le precedía el éxito de su actuación en Londres y la atención acaparada en los medios de comunicación. Los diarios de mayor tirada le habían dedicado gran atención. De Volkskrant titulaba "Fuego en los tacones y tabasco en las venas" y remataba "Explota como una botella de champaña y rinde a cualquier público a sus pies". Otros lo calificaban de prodigio de la danza y todos coincidían en recomendar su actuación.-

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