Los críticos de Izquierda Unida cuestionan por primera vez el liderazgo de Anguita

El debate queda abierto. Y las heridas producidas por los resultados electorales de IU sangrarán largo tiempo. Por mucho que Julio Anguita intentara ayer cerrar un debate que por primera vez se acercó peligrosamente a cuestionar su papel como coordinador general. Logró sacar adelante su informe en el Consejo Político, pero un tercio de los asistentes mostró su disconformidad con el rechazo o la abstención. Queda la constatación de que hay un antes y un después en Izquierda Unida. Y en el aire una pregunta: ¿Tienen espacio en IU las fuerzas que no aceptan la política que impone la mayoría?
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El debate queda abierto. Y las heridas producidas por los resultados electorales de IU sangrarán largo tiempo. Por mucho que Julio Anguita intentara ayer cerrar un debate que por primera vez se acercó peligrosamente a cuestionar su papel como coordinador general. Logró sacar adelante su informe en el Consejo Político, pero un tercio de los asistentes mostró su disconformidad con el rechazo o la abstención. Queda la constatación de que hay un antes y un después en Izquierda Unida. Y en el aire una pregunta: ¿Tienen espacio en IU las fuerzas que no aceptan la política que impone la mayoría?

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Llovieron críticas como chuzos de punta. Y, desde luego, lo de ayer no -fue un paseo triunfal para Julio Anguita que, ausente y solemne, y sin dejar de pasear por la sala, tuvo que oír cómo se cuestionaba incluso su papel de coordinador general de Izquierda Unida. Sacó la mayoría más apretada que en otras ocasiones. A favor, un 68,7%. La contestación, entre abstenciones y votos en contra, el 31,2%.. Realizó, un discurso tenso, crispado y defendió con uñas y dientes la validez de su discurso, la conveniencia de su carta a Felipe González -"era un artículo en forma epistolar"- y el mantenimiento de la política seguida por IU. Fue un chorreo el que dejó caer -sin posibilidad de réplica, aunque López Garrido lo intentó infructuosamente- sobre los dirigentes de IU.

No ha amenazado nunca con irse -"cómo se me puede reprochar eso?"-, aunque admitió que, naturalmente, había dicho que él estaba por un proyecto político y "si éste se cambia" se marchará. Y se indignó con las acusaciones de falta de respeto a las minorías. Pero Anguita sabe que, lo que hasta ahora era una contestación simbólica, empieza a ser una realidad.

No es que se pida que Anguita se marche -Carmen Valdemorisco estuvo a un pelo de plantearlo así de crudo-, pero tanto Jerónimo Andreu como Diego López Garrido cuestionaron si el papel de coordinador general de Izquierda Unida permite a Anguita insinuar siquiera la conveniencia de que los disidentes abandonen la organización. Se referían ambos a unas declaraciones realizadas por el líder de IU en el diario El Mundo y que el propio Anguita había matizado y puesto como ejemplo de cómo pueden manipularse los titulares.

Y si no ha sido Julio Anguita, ha sido Francisco Frutos quien se ha mostrado a favor de que la gente de Nueva Izquierda -"más cercana al PSOE que a IU"- busque su lugar en otra organización. Se bajó incluso al terreno personal. Frutos llegó a decir que las opiniones de Jerónimo Andreu eran de un perdedor, en referencia a haber sido eliminado de las listas electorales de Cádiz. Andreu le contestó que puestos a deshacer partidos Frutos tenía mucha experiencia.En el consejo nadie pidió que Nueva Izquierda se marchara de la organización. Pero por si hubiera alguna duda, Juan Berga lo silabeó y por dos veces: "No- nos-va-mos-a-ir". Era lo mismo que había dicho con más rotundidad Carmen Valdemorisco: "Yo me quedo. No me voy a ir al PSOE. Yo me quedo".

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Anguita había advertido que el debate tenía que "cerrarse hoy [por ayer], y mañana, a trabajar". No es ésa la idea. Ni habrá manera de dar por zanjada una cuestión que se ha desbocado por encima de los límites electorales. Se debate el futuro de Izquierda Unida, su papel como coalición, y, sobre todo, las tareas que en un escenario tan distinto tiene que realizar.

Los críticos no es que pongan en cuestión la bondad de los resultados, es que apuntan como culpable del estancamiento de Izquierda Unida el encastillamiento del coordinador general en su propia política. Es lo que Diego López Garrido llamó postura numantina de Anguita, incapacidad para aceptar los cambios, sordera ante el mensaje que las urnas habían lanzado a Izquierda Unida, necesidad de proceder a un cambio radical en la política de la coalición.

Pero Izquierda Unida no es sólo el PCE y Nueva Izquierda. Jaime Pastor, Izquierda Alternativa o Maite Martínez, con otra media docena de dirigentes, in tentaban hacer llegar un discurso que, sin rehuir las críticas, abogaba por un futuro en el que se diera prioridad a un proyecto más pegado a la realidad, en el que se recuperara el acercamiento a la política real. En esta misma línea se pronunciaba también Ángel Pérez, coordinador de Madrid de IU, y Angel Campos que había enviado una carta al coordinador general y de cuya existencia se dio cuenta, pero no de su contenido.

Las intervenciones, a pesar de los límites del tiempo, demostraron que algo está cambiando en IU, que hay una preocupación profunda por el papel que vaya a desempeñar en el nuevo mapa político. Hasta los más ortodoxos aceptan que los resultados no han sido satisfactorios y hace falta un cambio en la organización. Las diferencias parecen estar en el sentido de un cambio que todos quieren, pero que es distinto para cada uno.

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