Un gol épico de Sergi redime al Barça

Los azulgrana, a semifinales pese a acabar con 10 y a que el PSV igualó dos tantos

Puede que ese equipo no llegue a ningún sitio, que se quede tirado en cualquier campo, solo, a la intemperie, pues no hay quien siga su rastro ni entienda su misterio. No desprende ningún aroma futbolístico, es más coyuntural nunca. Hoy, sin embargo, ese colectivo de futbolistas que transitan bajo el mando de Cruyff se encuentra en el único cruce de caminos que lleva a todas partes.Ubicado a rebufo del Atlético de Madrid en la Liga y a la espera de la final de la Copa, el Barga está desde anoche en el bombo de las semifinales de la Copa de la UEFA. Tuvo mérito su faena: convirtió...

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Puede que ese equipo no llegue a ningún sitio, que se quede tirado en cualquier campo, solo, a la intemperie, pues no hay quien siga su rastro ni entienda su misterio. No desprende ningún aroma futbolístico, es más coyuntural nunca. Hoy, sin embargo, ese colectivo de futbolistas que transitan bajo el mando de Cruyff se encuentra en el único cruce de caminos que lleva a todas partes.Ubicado a rebufo del Atlético de Madrid en la Liga y a la espera de la final de la Copa, el Barga está desde anoche en el bombo de las semifinales de la Copa de la UEFA. Tuvo mérito su faena: convirtió en un acto de heroicidad un partido que había resuelto como un funcionario. El choque ante el PSV resume la situación volcánica del Barcelona.

La sola lectura de la zaga del PSV era una invitación a que el contrario cargara la línea delantera. Cruyff, sin embargo, ni parpadeó. Había anunciado que para transitar por la competición europea se necesitan experiencia y prudencia y apostó por un grupo granítico, de corte físico, grande, de espalda ancha, un equipo de la talla de Kodro. El bosnio Kodro, sin embargo, fue espectador del primer debate en que se cuestionaba precisamente su culpabilidad en el desasosiego que atenaza al club por el juego del equipo. Cruyff dejó al hombre de los 700 millones en la grada y encargó a Hagi, un futbolista que está más fuera que dentro del club, que resolviera.

Y el rumano sentenció en menos de media hora. No está para más, pues llevaba largo tiempo ausente del colectivo. Valió la pena, sin embargo, verle operar el rato que estuvo presente en la contienda. Intimidó desde la primera acción de ataque y el grupo cazó un gol a la salida de un fuera de banda y después engendró un segundo tanto para guardar en la videoteca.

Perdido el sitio, se quedó con un jugador menos por la expulsión de Nadal y el PSV se ganó la prórroga a la hora de partido. Visto el panorama, ya sólo era cuestión de esperar la puntilla holandesa. Y fue entonces cuando resurgió el espíritu de resistencia de ese equipo, esa raza que e permite sobrevivir a cualquier nuncio de entierro. Necesita que le maltraten. Parece ése un equipo masoquista. El tercer gol sintetiza el esfuerzo de ese grupo: a galopada de Sergi, un primer recorte, el gol que se adivina y, un instante después, el tanto que e aborta, para finalmente remachar a la red.

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