La histeria del éxito

Un título de Liga, un puñado de meses de buen fútbol y el jugador más luminoso desde la Quinta (Raúl). La herencia dejada por Jorge Valdano en el Madrid no ha sido suficiente para evitar su destitución. Ni tampoco ha permitido al técnico argentino cumplir su profecía canaria, cuando aseguró que saldaría su deuda por el consecutivo desastre blanco en la Isla. Desde su llegada nunca tuvo tregua. La hinchada tiñó el estadio de insultos contra rojos y sudacas.

No era una premonición fatalista de su futuro, pues, al fin y al cabo, llegaba a una entidad que había padecido...

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Un título de Liga, un puñado de meses de buen fútbol y el jugador más luminoso desde la Quinta (Raúl). La herencia dejada por Jorge Valdano en el Madrid no ha sido suficiente para evitar su destitución. Ni tampoco ha permitido al técnico argentino cumplir su profecía canaria, cuando aseguró que saldaría su deuda por el consecutivo desastre blanco en la Isla. Desde su llegada nunca tuvo tregua. La hinchada tiñó el estadio de insultos contra rojos y sudacas.

No era una premonición fatalista de su futuro, pues, al fin y al cabo, llegaba a una entidad que había padecido todo tipo de diarreas vampíricas. Había arrastrado al infierno a técnicos españoles (Del Bosque, Benito Floro); yugoslavos (Radomir Antic); holandeses (Leo Beenhakker); comunitarios (John Toshack); y hasta mitos (Di Stéfano). Esta descomposición auguraba a Valdano que ni siquiera el éxito le encadenaría al banquillo. Podía ser despedido por rojo y sudaca, pero también por ir primero (Antic) o tras ganar la liga con un récord histórico de goles (Toshack)... Valdano se enfrentaba. a un dato aterrador: en ocho años el club había ganado cuatro ligas y dos copas, pero había despedido a seis técnicos.

Pese a todo, Valdano aceptó el reto. Puso en marcha su orfebrería y zanjó la primera mitad de la temporada con varios hechos de relieve: mandó a Butragueño a la grada, alumbro a Raúl, cayó con estrépito ante el Odense y apuntaló al equipo en el liderazgo. Pero, por encima de toda, contribuyó a cicatrizar una herida desgarradora, abierta una temporada antes en las entrañas madridistas. En una noche mágica, de hace poco menos de un año el Madrid devolvió al Barça el 5-0 anterior. Después de cuatro años de sequía, el Madrid fue campeón.El bisturí

El equipo llegó ahogado al final de Liga, con síntomas de ser un, colectivo al que poco más se podía exprimir. Saldada parte de la carga personal, Valdano pensó que tenía crédito suficiente para meter el bisturí. 'La Quinta' se diluía a causa de la edad; y Laudrup, había cumplido su venganza deportiva contra Johan Cruyff. Fallaron los fichajes (Soler, Esnáider y Rincón) y quiso escudriñar una cantera que llevaba años adormecida. Valdano clamaba sosiego para la regeneración, pero el caos invadió la institución. Se cruzaron flechas en los despachos y llegó un nuevo presidente. Y de su mano un jugador desconocido para los técnicos (Petkovic), un fichaje rutilante para la próxima temporada (Suker) y una baja prematura (Zamorano). Convulsionado, el equipo fue trompicando en el campo y agrietándose en el vestuario. Valdano se quedó sin recetas, y ha acabado succionado por una entidad histórica e histérica.

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