FÚTBOL DECIMONOVENA JORNADA DE LIGA

El Madrid apela al coraje

Los madridistas superaron con casta un gol ridículo del Valladolid y firmaron una goleada

El Madrid, vivió dos partidos en una noche sometida al escrutinio de los aficionados del Bernabéu. La alineación. de Valdano dio qué pensar a algunos sectores del madridismo, que reclutaron más fuerzas con el estrambótico gol que dio ventaja al Valladolid. Se hizo evidente que el momento era crítico y que el partido adquiría un carácter trascendente. El equipo se quedó solo y se sometió a un examen que finalmente superó por orgullo e insistencia. Esta vez, el Madrid no se desinfló. A golpe de corneta tumbó al Valladolid.Bajo el peso de una tensión extraordinaria, el Madrid se sobrepuso con cor...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Madrid, vivió dos partidos en una noche sometida al escrutinio de los aficionados del Bernabéu. La alineación. de Valdano dio qué pensar a algunos sectores del madridismo, que reclutaron más fuerzas con el estrambótico gol que dio ventaja al Valladolid. Se hizo evidente que el momento era crítico y que el partido adquiría un carácter trascendente. El equipo se quedó solo y se sometió a un examen que finalmente superó por orgullo e insistencia. Esta vez, el Madrid no se desinfló. A golpe de corneta tumbó al Valladolid.Bajo el peso de una tensión extraordinaria, el Madrid se sobrepuso con coraje, casi a empujones, al gol del Valladolid. En realidad, el gol del Valladolid lo marcó el Madrid, que está irremediablemente tentado por la catástrofe. La acción quedará para el catálogo de los videoaficionados que desde ayer ya disponen de la jugada tonta del año. Una pelota que corría blanda y sencilla hacia el área del Madrid se convirtió en una bomba por obra de Quique y Buyo. El portero abandonó su sitio y salió alegre a despejar el balón; el defensa siguió el recorrido de la pelota para entregársela a Buyo. Lo que se produjo en realidad fue eso que se llama pelota dividida, pero esta vez entre dos jugadores del mismo equipo.

Más información

La colisión de Buyo y Quique fue estruendosa. El portero se lió la manta a la cabeza y pateó todo: el balón, el aire y la espinilla de Quique. Del lío quedó suelta la pelota, para el primero que pasara por allí, Fernando casualmente, o no tanto porque en las circunstancias actuales lo normal para el Madrid es que pase el enemigo. Así que Fernando tomó el regalito y se fue derecho a la portería, con los brazos en cruz y la sonrisa de oreja a oreja. El estadio tronó. El público madridista, que había llegado muy crítico al encuentro, se levantó rápidamente en armas y puso al equipo contra la pared.

La sensación de catástrofe en las filas madridistas fue instantánea. Un clima de fatalidad y angustia se apoderó del equipo, que cayó durante algunos momentos en un profundo desconcierto. El Madrid estaba desestabilizado y herido, metido en un problema muy serio. Hasta entonces había jugado con energía, pero sin demasiado criterio, afectado por el virus de la ansiedad.

Del Valladolid no podía decirse nada. El conjunto de Rafael Benítez se había atrincherado y resolvía sus dificultades con faltas constantes. Pero se había ganado el gol en la tómbola y ahora podía especular con el resultado y con el estado crítico de su oponente. No lo consiguió porque finalmente el Madrid se recuperó por la vía del coraje y dio claramente la vuelta al choque.

El equipo subió al máximo sus revoluciones, hasta el borde de la desesperación, ante el ojo vigilante de la hinchada que no perdonaba. Pero esta vez el Madrid tuvo presencia de ánimo. Pasó como pudo la crisis y luego apretó al Valladolid contra su área. El gol era posible por insistencia y por intimidación. Un poco de todo. Eso hubo en el gol de Gómez, que abrió su carrera en el Madrid con un tanto trascendental. El gol repuso al chico, que terminó el partido jugando con bastante propiedad.

El empate ayudó a rebajar la tensión en el campo y en las gradas, donde se habían escuchado gritos de apoyo a Laudrup y Michel. No se volvieron a escuchar. La siguiente oleada fue imparable para el Valladolid, que pareció un equipo de medio pelo. En realidad jugó mejor después de encajar los goles y perder a Marcos. Se liberó un poco y disfrutó lo que pudo del partido.

Buenos detalles

Su derrota se había firmado mucho antes, en los últimos minutos de la primera parte, cuando el Madrid se lanzó hacia el gol por la vía directa. En ese tramo del partido se vieron los mejores detalles de Raúl y el sentido afilado que tuvo Zamorano la temporada pasada en el área. Raúl estuvo espléndido en el giro y el pase al delantero chileno en la jugada que precedió al segundo gol.Desde ese momento el partido no tuvo vuelta. Llegó el segundo penalti y el tercer gol. El público se calmó y dejó sus fobias para otro día. Cabía la posibilidad de la goleada y puede decirse que se produjo, pero los chicos de Valdano dejaron escapar la ocasión de darse un auténtico baño de satisfacción. Casi todo el segundo tiempo fue a beneficio de inventario.

El Madrid consiguió el cuarto tanto y tuvo sus ocasiones, incluido un gol anulado tras una sobresaliente jugada del colombiano Freddy Rincón, pero el partido pintaba para otra cosa, para una de esas noches que ayudan a cerrar heridas y a levantar el ánimo. Pero en este sentido, el Madrid sólo se pudo quedar a medias.

Archivado En