FÚTBOL: OCTAVA JORNADA DE LIGA

El Mérida atropella a la Real

La 'revolución' diseñada por Salva Iriarte no da resultado

Harto ya del desorden y ante una presunta víctima propicia toria, el técnico donostiarra Salva Iriarte optó por simular una revolución: muchos cambios en el equipo, algunos detalles y al final el mismo diseño, un ejército desordenado sin ser vicio de inteligencia y exceso e infantería. Como el Mérida también gusta del cuerpo a cuerpo, la batalla resultó con vencional, un choque de trenes antiguos de escasa tecnología que discurrían a trompicones por la vía. En dos arreones, atropelló el Mérida a la Real Sociedad y obtuvo su primera victoria de la temporada. El Mérida tenía dos argumentos a los...

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Harto ya del desorden y ante una presunta víctima propicia toria, el técnico donostiarra Salva Iriarte optó por simular una revolución: muchos cambios en el equipo, algunos detalles y al final el mismo diseño, un ejército desordenado sin ser vicio de inteligencia y exceso e infantería. Como el Mérida también gusta del cuerpo a cuerpo, la batalla resultó con vencional, un choque de trenes antiguos de escasa tecnología que discurrían a trompicones por la vía. En dos arreones, atropelló el Mérida a la Real Sociedad y obtuvo su primera victoria de la temporada. El Mérida tenía dos argumentos a los que sacar partido: uno, la capacidad destructiva de Correa, que rompió las pocas ideas realistas con un trabajo tan eficaz como incansable; el segundo era Sinval, un atacante vivaracho y técnicamente excelente que en la soledad del área dio toda una lección de rentabilidad. Con esos dos argumentos y la infantería dispuesta, el equipo de Kresic desenterró una a una las miserias de la Real Sociedad.El equipo donostiarra, con unos u otros jugadores, revolución o no de por medio, no tiene cabeza y limita su creatividad al estado de ánimo de Karpin o la decisión de Aranzabal, sus dos futbolistas más clarividentes. Lo demás es rutina.

Y con rutina transcurrió la primera mitad, salvo en algunas tentativas del rumano Craioveanu saldadas con falta de puntería o exceso de infortunio. Un balón enviado al poste fue la única credencial donostiarra.

El Mérida en ese periodo construyó el partido a su medida. Se adueñó de su terreno y manejó el encuentro con criterio aunque: sin brillo. En pleno intercambio de abulia, Pogodin tradujo en gol un saque de esquina que el debutante Olabe no supon atajar en el pico del área.

El gol ratificó la estrategia del Mérida y desató los nervios realistas. El conjunto extremeño reculó en la segunda mitad otorgando espacio a su rival que con Karpin más centrado y Aranzabal más activo, dibujaron una reacción más formal que real que se tradujo en gol por la vía del penalti en una excursión de Aranzabal por su banda que Loren no atajó a tiempo.

El partido parecía condenado al ataque visceral y la defensa numantina. Pero en Anoeta estaba Sinval, un brasileño al que los defensores blanquiazules fueron incapaces de quitarle jamás el balón de no mediar falta o similar. Seis minutos después del empate el brasileño construyó un contragolpe que culminó Prieto tras superar a su par en el uno contra uno.

El Mérida supuestamente inexperto y hasta ayer virgen en victorias, dio a la Real Sociedad una lección de raciocinio y de control de la situación. El partido concluyó con el segundo gol. A partir de ahí el equipo de Iriarte sólo aireó sus limitaciones y apenas tuvo una opción de gol en una jugada de De Paula culminada con absoluta ingenuidad.

La Real Sociedad está sumergida en un pozo futbolístico y el Mérida ayer en Anoeta subió el nivel del agua a la altura de la barbilla. Con un fútbol simple, sin contemplaciones y con Sinval obtuvo su primera victoria de la temporada. En un partido sin demasiadas luces tuvo al menos el rigor y la fortaleza necesarios para buscar el resultado. Contra esta Real Sociedad son dos argumentos suficientes para robarle la cartera.

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