CONMOCIÓN EN EL FÚTBOL ESPAÑOL

La afición del Celta se resigna al descenso

"El único que nos puede salvar ya es el Sevilla". La frase resume el ambiente de pesimismo que reinaba entre la mayoría de los aficionados del Celta que se agolpaban ayer ante la puerta de las oficinas del club. A últimas horas de la noche, 200 aficionados todavía permanecían allí a la espera de la salida de los directivos, que intentarán apurar hoy en Madrid los últimos intentos para conseguir el milagro de la permanencia en Primera. El olvido del papel con el aval puede desembocar en el episodio más bochornoso en la historia del club. A medianoche, media docena de policías custodiaba la puer...

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"El único que nos puede salvar ya es el Sevilla". La frase resume el ambiente de pesimismo que reinaba entre la mayoría de los aficionados del Celta que se agolpaban ayer ante la puerta de las oficinas del club. A últimas horas de la noche, 200 aficionados todavía permanecían allí a la espera de la salida de los directivos, que intentarán apurar hoy en Madrid los últimos intentos para conseguir el milagro de la permanencia en Primera. El olvido del papel con el aval puede desembocar en el episodio más bochornoso en la historia del club. A medianoche, media docena de policías custodiaba la puerta del club tras la que nadie podía asegurar que los directivos siguieran allí reunidos.La sorpresa que invadió a los seguidores celestes al conocer la noticia del descenso se convirtió a las pocas horas en indignación y terminó en una actitud resignada ante lo que ya parece inevitable. La mayoría de los aficionados ve a su equipo en Segunda División B. Los más optimistas insistían en que la única posibilidad de salvación es la de unir la suerte del Celta a la de un equipo más poderoso como el Sevilla. El lanzamiento de objetos al césped de Balaídos fue la única vía de escape para los aficionados.

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La mayoría de ellos abandonó las instalaciones del club tras el intento de uno de los directivos de explicar, a través de la megafonía del estadio, las causas del desastre. Los gritos y silbidos hicieron casi imposible escuchar nada.

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