Vuelven los 'sprinters'

El alemán Zabel se impuso en una etapa de ritmo lento y un pelotón

Desde San Fermín no se celebraba un sprint en este Tour. Han sido 13 días de difícil travesía en el desierto para los hombres rápidos, muchos de los cuales han quedado en el camino. El berlinés Zabel es algo más que un afortunado superviviente. Ganó la etapa de ayer, pero también la del día de San Fermín. Ha comenzado un largo y protocolario desfile hasta París. No hay más asuntos que resolver que el duelo Riis-Jalabert por el podio, una contrarreloj -la del próximo sábado- donde todo el mundo espera volver a ver al gran Induráin y un par de victorias de etapa.Claro está que el pelotón ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Desde San Fermín no se celebraba un sprint en este Tour. Han sido 13 días de difícil travesía en el desierto para los hombres rápidos, muchos de los cuales han quedado en el camino. El berlinés Zabel es algo más que un afortunado superviviente. Ganó la etapa de ayer, pero también la del día de San Fermín. Ha comenzado un largo y protocolario desfile hasta París. No hay más asuntos que resolver que el duelo Riis-Jalabert por el podio, una contrarreloj -la del próximo sábado- donde todo el mundo espera volver a ver al gran Induráin y un par de victorias de etapa.Claro está que el pelotón no arde en deseos de batalla. La muerte de Casartelli coincidió con una suspensión de las hostilidades cuando restaban algo así como 900 kilómetros hasta los Campos Elíseos y cundía la sensación de que muchos corredores están con las reservas al límite.

La etapa de ayer fue una demostración de todo ello: ritmo cansino y ausencia de operaciones en 180 kilómetros. El pelotón discurrió tranquilo ocupado en labores de intendencia: agua, la que hiciera falta para soportar casi 35 grados de temperatura,

Un salto de Thierry Marie rompió la rutina, pero tuvo escaso efecto. Llegó a disfrutar de más de dos minutos de ventaja, pero estuvo controlado bajo la atenta mirada de los hombres del Telekom, del Polti y del Novell, posiblemente los tres únicos equipos con sprinters competitivos.

El ONCE hizo algún amago de presentar la candidatura de Jalabert sin demasiado entusiasmo. Vistas así las cosas, y teniendo en cuenta que Marie pagó tan caro su esfuerzo que llegó a la meta el último, a 6,55 minutos del vencedor, no hubo mayor incidencia que un ataque de alta escuela de dos corredores del MG, Vanzella y Jaerman, que se atrevieron, quizás precipitadamente, a provocar al pelotón.

La estrategia del equipo MG, digna de la sabiduría de su director, Ferreti, no pasó de ser una novedad interesante, algo así como un primer ensayo de lo que puede ser un prototipo de ataque para últimos kilómetros. La realidad impuso un sprint y, a pesar de las estridencias de Abduyapárov, la victoria fue para Zabel. No es el año del uzbeco, demasiadas veces convertido en segundón.

La larga marcha hacia París es un hecho. El pelotón se ha vuelto sedentario. La actividad se ha reducido al mínimo. La pérdida de agresividad tiene mucho que ver con la neutralización de la etapa del miércoles en señal de duelo por Fabio Ca sartelli.La decisión del pelotón ha dejado un poso de polémica: empiezan a ser más numerosos quienes defienden que la etapa debió haberse celebrado. "Eso es culpa de los veteranos", dice Ferreti, "nunca debieron permitirlo".

Otros se arrepienten por motivos interesados: "De haberse disputado, muchos rodadores y sprinters habrían caído. Y ahora los volvemos a ver tirando del pelotón", manifestó ayer un corredor.

A pesar de que se anularon todas las clasificaciones, la organización respetó el tiempo de paso por la meta, lo que significa un perjuicio para Induráin: el Tour de 1995 llevaba una media muy alta, superior a los 40 por hora; de golpe ha bajado a los 38. Sea como fuere, el Tour hace ya balance: la carretera está sólo para cuestiones menores.

Archivado En