FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Adios triunfal del Oviedo

Se venía hablando de un derbi descafeinado entre dos equipos que no se jugaban nada en el envite. La realidad de los duelos Oviedo-Sporting presenta en realidad un balance ramplón. El respeto mutuo y el calendario suele aguar la fiesta a los forofos más optimistas, porque ni siquiera cuando ambos equipos jugaron un euroderbi en 1991 dio para mucho el acontecimiento.El Sporting miraba al partido de reojo. El equipo ya está pensando en la promoción; los técnicos, espiando al Salamanca y al Lleida y los directivos, negociando el contrato de Ricardo Rezza. Parece que el técnico argentin...

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Se venía hablando de un derbi descafeinado entre dos equipos que no se jugaban nada en el envite. La realidad de los duelos Oviedo-Sporting presenta en realidad un balance ramplón. El respeto mutuo y el calendario suele aguar la fiesta a los forofos más optimistas, porque ni siquiera cuando ambos equipos jugaron un euroderbi en 1991 dio para mucho el acontecimiento.El Sporting miraba al partido de reojo. El equipo ya está pensando en la promoción; los técnicos, espiando al Salamanca y al Lleida y los directivos, negociando el contrato de Ricardo Rezza. Parece que el técnico argentino será director espiritual de la terapia de grupo montada para mentalizar a los jugadores de que el descenso será un mal negocio.

El Oviedo, ante un rival tan desmotivado como frágil, optó contemporizar. También tenía bajas importantes el equipo de Antic y nunca dio sensación de pretender echar mano del verduguillo para proceder a descabellar. En tales circunstancias, lo que dio de sí el partido no fue tan desdeñable como se temía en las vísperas.

La primera parte fue pulcra, poco intensa y vagamente atractiva. El Oviedo llevó el peso del juego y el balón merodeó la portería de un inspirado Ramón. Lo hizo casi siempre a través de Prosinecki, más egoísta que nunca en la que era su despedida de la afición local. El Sporting, tímido y agazapado en su campo, no le perdió la cara a su rival y dibujó algunos contraataques acertados, gracias a la iniciativa de Dani Bouzas, como suele ser frecuente en el disminuido equipo gijonés, despojado ayer de muchos de sus titulares.

Los rojiblancos mantuvieron el tipo hasta que Prosinecki, en Ia jugada del gol, les hizo un roto que puso de relieve todas sus carencias. Luego, el Oviedo no quiso hacer sangre; se limitó a amagar y perdonó el 2-0 en un clamoroso signo de clemencia de Armando, que echó fuera un remate a un metro de la línea de gol. Por entonces, los dos equipos ya jugaban con diez, después de dos expulsiones absurdas. La primera, de Prosinecki, quien adelantó su despedida eligiendo el peor camino. La segunda, de Avelino, que estuvo sólo 12 minutos en el campo; el tiempo que transcurrió desde que sustituyó a Hugo Pérez hasta que López Nieto le enseñó la segunda tarjeta amarilla.

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