28 MAYO

Las elecciones de hoy perfilarán un nuevo mapa en el que el PSOE lucha por mantener el 30%

Las elecciones que se celebran hoy tienen como objetivo renovar 8.098 gobiernos municipales y 13 autonómicos, pero también servirán para contrastar si se consolida o no el vuelco del mapa político apuntado en los comicios europeos de junio del año pasado. A partir de hoy se podrá comprobar si hay declive socialista frente al avance del centroderecha de José María Aznar o si, por el contrario, se produce algún tipo de resistencia del electorado tradicional del PSOE, atrapado entre los populares y el ascenso de Izquierda Unida. La formación que lidera Felipe González ha fijado su suelo electoral...

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Las elecciones que se celebran hoy tienen como objetivo renovar 8.098 gobiernos municipales y 13 autonómicos, pero también servirán para contrastar si se consolida o no el vuelco del mapa político apuntado en los comicios europeos de junio del año pasado. A partir de hoy se podrá comprobar si hay declive socialista frente al avance del centroderecha de José María Aznar o si, por el contrario, se produce algún tipo de resistencia del electorado tradicional del PSOE, atrapado entre los populares y el ascenso de Izquierda Unida. La formación que lidera Felipe González ha fijado su suelo electoral en un 30% de los votos -el peor resultado de su historia reciente lo obtuvo en las municipales de 1979, con un 27%-. De ahí hacia arriba, en las circunstancias actuales, los resultados empezarían a serles buenos. Y si bajasen del 25%, desastrosos.

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El vuelco o no del mapa electoral tendrá su reflejo en las 13 comunidades que hoy compiten, ocho de ellas gobernadas por los socialistas, tres por los populares y dos por los regionalistas. Los resultados de hace cuatro años fueron contundentemente favorables a los socialistas. No sucedió lo mismo con las municipales, que marcaron el primer corrimiento de voto favorable al PP al conseguir vencer a los socialistas, en algunos casos con ayuda de pacto, en las principales capitales, con la excepción de Barcelona (Pasqual Maragall) y La Coruña (Francisco Vázquez). Las elecciones de hoy ponen a prueba si los populares revalidan su éxito de 1991 en las grandes ciudades y mejoran en las medianas y pequeñas, que hace cuatro años dieron un saldo muy favorable a los socialistas, con 3.165 alcaldías frente a 2.538 del PP y 132 de IU.Una de las claves de estos comicios va a estar en Barcelona. Una victoria del candidato de CiU, Miquel Roca, con el respaldo del PP, sobre el socialista Pasqual Maragall, puede complicarles las cosas a los socialistas, que pretenden seguir gobernando en España hasta 1997 al margen de lo que hoy arrojen las urnas.El presidente del PP ha planteado el 28-M, desde el comienzo de la campaña, como la última prueba por la que tendrá que pasar antes de llegar a La Moncloa. José María Aznar ha hecho de estas elecciones unas primarias, y si el resultado le fuese favorable volvería a solicitar la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Felipe González ya le ha respondido, con la misma insistencia, que no se va a ver condicionado por el resultado de hoy porque estos comicios tienen exclusivamente ámbito municipal y autonómico. El líder del PSOE ha llegado a poner de ejemplo al Reino Unido, donde la reciente estrepitosa derrota de los conservadores ante los laboristas en las municipales no ha empujado a John Major a adelantar las elecciones generales.

La diferencia entre España y el Reino Unido radica, en este caso, en que al líder de la oposición británica, el laborista Tony Blair, atendiendo a las costumbres políticas británicas, no se le ha ocurrido pedir la disolución del Parlamento, mientras que en España Aznar lleva pidiendo el adelanto electoral insistentemente desde las europeas de junio del 94 y ahora redoblará su petición si el contenido de las urnas confirma o se aproxima a lo pronosticado por la mayoría de los sondeos.

En el PP sólo hay moral de victoria, a tal punto que nadie se plantea siquiera la duda de cómo afrontarían los populares una victoria más apurada de lo esperado. Los socialistas, por su parte, fijan su suelo electoral en un 30% de los votos. Hacia arriba, en las actuales circunstancias, con un electorado muy influido por la cadena de escándalos que afectaron en los últimos meses a la actividad del Gobierno, lo considerarían muy bueno. Del 30% hacia abajo, los resultados empezarían a ser malos. Y si franquean el 25%, desastrosos.

IU también se juega mucho en estas elecciones, que se disputan en un terreno no muy propicio para Julio Anguita por su débil implantación en algunos territorios. Si IU consigue un tirón tan fuerte que le permita acortar sensiblemente su diferencia en votos con el PSOE, podría tener vigencia su teoría del sorpasso, esto es, de optar definitivamente por la hegemonía de la izquierda.

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Un Gobierno que "haga cosas"

Los socialistas han confiado hasta el último segundo en la recuperación del "voto progresista" para evitar el anunciado triunfo del PP. Saben que de sufrir hoy una fuerte derrota, se arriesgan a tener que afrontar el quebranto de su cohesión interna. El propio Felipe González ha sido el primero en reaccionar. A la vista del revuelo interno que se armó hace un año, tras el varapalo de las europeas, ha tomado la iniciativa convocando para el lunes a la comisión ejecutiva y para el sábado al comité federal.En el PSOE impera la opinión casi unánime de que se debe agotar la legislatura y no conviene precipitar el debate sobre la sucesión. Predomina la idea de que el mantenimiento de la legislatura puede proporcionar una recuperación del voto en una elecciones generales en 1997, "siempre que el gobierno haga cosas".

Pero la continuidad del Gobierno, con un resultado, electoral desfavorable el 28-M, no sería fácil ante la previsible presión (le José María Aznar en demanda del adelanto de los comicios generales. Para contrarrestar la ofensiva del PP, entre los estrategas socialistas se baraja la apuesta de emprender "una cierta dinámica", que se traduciría en una acción de Gobierno de mayor contenido social -gracias a la actual recuperación económica- y en un estrechamiento de las ya mejoradas relaciones con los sindicatos.

La posibilidad de un cambio de Gobierno a corto plazo parece descartada ante la inminencia de la presidencia europea por parte de España. El ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, confirmó el viernes este extremo.

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