El orden del Parma supera al Juventus

El Parma alzó ayer su segundo título europeo al imponerse en la final de la Copa de la UEFA al Juventus, tras un choque rudo e intenso. Los parmesanos, que habían ganado 1-0 en la ida, confirmaron su extraordinaria progresión de las últimas temporadas. El equipo que dirige Nevio Scala ha disputado tres finales europeas en los tres últimos años y ha ganado dos -obtuvo la Recopa de 1993 frente al Amberes y cayó en la misma cita del pasado año ante el Arsenal-.El Juventus llevó el pulso del partido desde el pitido inicial. Roberto Baggio tomó el mando y los turineses inundaron el área del Parma....

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El Parma alzó ayer su segundo título europeo al imponerse en la final de la Copa de la UEFA al Juventus, tras un choque rudo e intenso. Los parmesanos, que habían ganado 1-0 en la ida, confirmaron su extraordinaria progresión de las últimas temporadas. El equipo que dirige Nevio Scala ha disputado tres finales europeas en los tres últimos años y ha ganado dos -obtuvo la Recopa de 1993 frente al Amberes y cayó en la misma cita del pasado año ante el Arsenal-.El Juventus llevó el pulso del partido desde el pitido inicial. Roberto Baggio tomó el mando y los turineses inundaron el área del Parma. Con Baggio en plenitud, todo discurrió de acuerdo a los intereses de la Juve. Vialli y Ravanelli fallaron estrepitosamente ante la puerta parmesana tras dos obras de arte de Baggio. Al final acertó Vialli y cambió el rumbo del partido.

El Parma, que hasta entonces sólo había ofrecido orden, salió más decidido en la segunda mitad. Le bastaron diez minutos de lucidez para equilibrar el encuentro. Zola, la réplica parmesana de Baggio, mostró sus galones y Asprilla encontró su mejor aliado. El colombiano encontró espacios para galopar y en una de sus aceleraciones llegó el gol de Dino Baggio, el mismo jugador que dio ventaja a su club en la ida. Su tanto noqueó definitivamente a la Juve, apremiada por la necesidad de anotar dos goles para lograr el título. El conjunto de Marcello Lippi se desordenó y ya nunca encontró la magia de Roberto Baggio, su mejor y única vía de escape. El capitán turinés, que había desplegado toda su magia durante el encuentro, ya no pudo sostener a su equipo, muy enredado en la zona de creación.

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