Luis Pérez crucifica al Logroñés

Anoeta vivió ayer al límite de la felicidad y de la ingratitud. Lo primero se lo llevó crudo Luis Pérez, lo segundo se lo tragó en la soledad de la portería Vergara. De siempre, el fútbol ha sido maniqueo y distingue a la perfección las vivencias extremas. Luis Pérez, un jugador genial, pero inconstante y apocado, voló majestuoso por Anoeta, mientras Vergara, un guardameta con las ideas claras y los guantes curtidos en mil batallas, vivió los minutos de silencio más largos de su vida.El partido, entre un equipo que lucha por eludir la promoción y otro que lo hace contra sí mismo, ya des...

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Anoeta vivió ayer al límite de la felicidad y de la ingratitud. Lo primero se lo llevó crudo Luis Pérez, lo segundo se lo tragó en la soledad de la portería Vergara. De siempre, el fútbol ha sido maniqueo y distingue a la perfección las vivencias extremas. Luis Pérez, un jugador genial, pero inconstante y apocado, voló majestuoso por Anoeta, mientras Vergara, un guardameta con las ideas claras y los guantes curtidos en mil batallas, vivió los minutos de silencio más largos de su vida.El partido, entre un equipo que lucha por eludir la promoción y otro que lo hace contra sí mismo, ya descendido y desorientado en el campo, en el banquillo y en los despachos presidenciales, discurría mortecino., con toda la abulia de que es capaz una disputa desigual. El Logroñés no tiene a estas alturas nada que ofrecer, más que genio sin figura y la Real Sociedad, de tan confiada, jugaba sin intensidad y con desgana.

Y en estó llego Luis Pérez. En el minuto 39, tropezó con Ochotorena y el portero logroñesista se fue al hospital en observación. En el 42 batió a Vergara de cabeza y en el 44 con el pie. Fue la guinda de la goleada.

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