El Zaragoza dicta una lección de fútbol Gijón

El Zaragoza superó una prueba con todo para su reválida europea del miércoles. Los síntomas ante la final no pueden ser más esperanzadores. El equipo aragonés tuvo fútbol, orden, autoridad y suerte. Le bastaron 12 minutos de exhibición para darle la vuelta al gol inicial del Sporting y después, entre su sabiduría y la inocencia rematadora del rival, logró un triunfo más cómodo en números qué en hechos.Los primeros 15 minutos resultaron insuperables. El Sporting y el Zaragoza ofrecieron lo mejor de sí mismos a un ritmo frenético. Los locales, con un ritmo enloquecido desde la salida, consiguier...

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El Zaragoza superó una prueba con todo para su reválida europea del miércoles. Los síntomas ante la final no pueden ser más esperanzadores. El equipo aragonés tuvo fútbol, orden, autoridad y suerte. Le bastaron 12 minutos de exhibición para darle la vuelta al gol inicial del Sporting y después, entre su sabiduría y la inocencia rematadora del rival, logró un triunfo más cómodo en números qué en hechos.Los primeros 15 minutos resultaron insuperables. El Sporting y el Zaragoza ofrecieron lo mejor de sí mismos a un ritmo frenético. Los locales, con un ritmo enloquecido desde la salida, consiguieron dar primero. El gol tuvo mucho de regalo, pero también fue el premio a la ansiedad de triunfo de un equipo condenado. Los gijoneses, a la primera de cambio, obligaron a su rival a meterse en el partido, aunque le esperase París.Mala suerte local

La respuesta del Zaragoza fue. enorme, bella, espectacular y hasta efectiva. En 12 minutos desplegó un juego tan avasallador que debió de afectar incluso a la flema de los espías del Arsenal. Durante unos cuantos minutos, los sportinguistas no tocaron el balón, bailaron al son de su inspirado y ofendido rival, que dictó una lección de fútbol total. Y, encima, la coronó con dos goles que contienen toda la variedad de recursos de los hombres de Víctor Fernández: un cabezazo imponente de Poyet y el latigazo final de Pardeza a una jugada de tiralíneas.

Pese a la dureza del correctivo, el Sporting no se acobardó. Quizá favorecido por la actitud del rival, que empezó a administrar sus recursos, los locales se rehicieron y poco a poco empezaron a tomar el mando. Pero entonces le faltó la suerte del comienzo, sobre todo en un cabezazo de Pier ligeramente desviado y en un balón bombeado por Morales, con Juanmi fuera de la puerta, que se estrelló en el larguero.

El Sporting reincidió en su falta de remate y también en la desgracia en el segundo tiempo. El gol de Esnáider ya fue sólo una anécdota para añadir a la desesperación gijonesa.

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