MUNDIAL DE ATLETISMO EN SALA

Cacho sufre la decepción de su vida

Mateo Cañellas, segundo en la final de 1.500, también superó con suma facilidad al campeón olímpico

La carrera de 1.500 metros se mostró en todo su esplendor. Es una distancia mágica, que no se casa con nadie, traidora con los que se confían, generosa con los que se entregan y caprichosa para repartir los laureles. No siempre gana el mejor, pero desde luego, jamás el peor. Fermín Cacho, quinto en la final, no olvidará la lección, Mateo Cañellas, segundo, obtuvo el premio de su vida, y un marroquí, El Guerruj, se consagró como, el sucesor de Auita.Cacho miraba a su alrededor y no conocía a casi ninguno de sus competidores. No estaba Morceli ni tampoco Niyomgabo, que pretende hacerle sombra. A...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La carrera de 1.500 metros se mostró en todo su esplendor. Es una distancia mágica, que no se casa con nadie, traidora con los que se confían, generosa con los que se entregan y caprichosa para repartir los laureles. No siempre gana el mejor, pero desde luego, jamás el peor. Fermín Cacho, quinto en la final, no olvidará la lección, Mateo Cañellas, segundo, obtuvo el premio de su vida, y un marroquí, El Guerruj, se consagró como, el sucesor de Auita.Cacho miraba a su alrededor y no conocía a casi ninguno de sus competidores. No estaba Morceli ni tampoco Niyomgabo, que pretende hacerle sombra. Así que se reafirmó en sus intenciones de proclamarse campeón del mundo. Iba a ser un título menor, pero mundial al fin y al cabo; si no estaba ninguno de los dos atletas. de la tierra que en este momento podrían ganarle, no era suya la culpa. Él estaba a la hora en punto en el lugar de la cita, sin preocuparse de quiénes se iba a encontrar enfrente. El problema era, en todo acaso, de los demás, que para ganar tendrían que superar, entre otros, al mismísimo campeón olímpico.

Más información

Cacho se calzó las zapatillas de clavos, después de media hora de carreras y estiramientos, y se fue para la cámara de llamadas. Miré a Marcus O'Sullivan, el nada menos que tres veces campeón del mundo en pista cubierta; también a Cañellas, con quien debía tener cuidado si se descuidaba, porque sabía que le tenía ganas; en Valencia, en la final de los Campeonatos de España, hasta tuvo que cerrarle un poco para poder ganar; echó un vistazo, cómo no, a un joven marroquí que ha irrumpido fuerte, El Guerruj, autor de la segunda mejor marca de la temporada; de reojo observó a los alemanes, atletas que son capaces de competir con desparpajo, y, por supuesto, a Whiteman, aunque sólo fuera por el hecho de ser inglés.

¡Caramba, pues había que andarse con cuidado! No estarían ni Morceli ni Niyomgabo, pero los rivales que controlar habían florecido en un abrir y cerrar de ojos. Y es que en una carrera de 1.500 metros, cuando se acerca la hora de la salida, todos los participantes se agigantan. Nadie sabe cómo va a ser el ritmo, nadie garantiza que no vaya a haber empujones o codazos, existe un serio riesgo de quedarse encerrado y no tener capacidad de respuesta en el momento en que se desencadenara el ataque. Una carrera de 1.500 metros es muy compleja y puede ocurrir cualquier cosa. ¿No era O'Sullivan tricampeón mundial a sus 34 años, sin haber demostrado ser el mejor corredor del mundo? Sí, habría que andarse con cuidado, no menospreciar a nadie y tomar la iniciativa antes de que se complicaran las cosas.

Sonó el disparo y comenzaron las siete vueltas y media a la pista. Los primeros metros fueron como para volverse loco. El pelotón avanzaba de seis en fondo, porque nadie quería tirar. Cañellas estaba encantado, porque cuanto más despacio, mejor; quería lucir su sprint final y para ello no podía desgastarse. Cacho no se fiaba e iba atento en cabeza y respondió fenomenalmente al toque de atención que dio El Guerruj. Aquello iba muy lento y el marroquí estiró el grupo. Todos reaccionaron y empezaron a hacer la goma. A Cacho le faltó decisión en ese momento para irse a por la victoria.

La carrera se agotaba y Cacho no salía por ningún sitio. Al que se veía era a El Guerruj, y cada vez más; o sea, que comenzaba a alcanzar su velocidad de crucero sin que nadie lograra aguantarle. Cacho persistió en su ímpetu, pero no fue a más; sí, en cambio, los que luchaban por los puestos secundarios. Ver desfallecer a Cacho les proporcionó una motivación extra. Los 1.500 no perdonan. Ayer colocaron a cada cual en su sitio: a El Guerruj, como alumno aventajado de Auita, Cacho recibió una lección de humildad y Cañellas se confirmó como un atleta que tener en cuenta por su explosivo final.

El flamante subcampeón. mundial en pista cubierta (el cuarto para España, tras González, Abascal y Cacho) terminó con ganas de más carrera: "Estoy deseando enfrentarme a todos de nuevo porque si me hubiera atrevido a irme a por El Guerruj, a lo mejor habría llegado a tiempo de ganar. Me faltó decisión, pero, bueno, tampoco son momentos éstos para lamentarse". Cañellas atribuye su explosivo año a que es ahora cuando sale a relucir el trabajo que ha venido haciendo en los últimos tiempos, desde que fue campeón europeo junior: "Aunque sólo sea porque desde entonces he perdido cinco kilos y eso me hace ser más rápido".

Cacho, por su parte, confirmó que había realizado una mala carrera. "Pero el mundo no se acaba aquí", advirtió. "Claro que me siento decepcionado, porque yo había venido a ganar y cuando no salen bien las cosas, pues lo lamento. No fue una carrera fácil, demasiados tirones, cambios de ritmo y al final no me sentí bien".

Archivado En