Reportaje:

Rafael de Paula ingresa en prisión

El torero del 'duende' espera reponerse de la 'corná' de la cárcel y, volver a los ruedos

Rafael de Paula, 54 años, ingresó ayer en, la cárcel de Jerez de la Frontera (Cádiz), su población natal. Iba hecho un pinsé. Quienes lo vieron aseguran que presentaba un aspecto excelente, iba tranquilo, con el porte que corresponde a su dignidad torera. Cuando cruzó el umbral de la prisión eran las siete y media de la tarde, y empezaba la cuenta atrás de su privación de libertad, que él compara con una cornada en la femoral.La condena es por un delito de allanamiento de morada, ocurrido en marzo de 1985. La cuestión era muy espinosa. Dos individuos entraron en el domicilio de un futbo...

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Rafael de Paula, 54 años, ingresó ayer en, la cárcel de Jerez de la Frontera (Cádiz), su población natal. Iba hecho un pinsé. Quienes lo vieron aseguran que presentaba un aspecto excelente, iba tranquilo, con el porte que corresponde a su dignidad torera. Cuando cruzó el umbral de la prisión eran las siete y media de la tarde, y empezaba la cuenta atrás de su privación de libertad, que él compara con una cornada en la femoral.La condena es por un delito de allanamiento de morada, ocurrido en marzo de 1985. La cuestión era muy espinosa. Dos individuos entraron en el domicilio de un futbolista retirado a quien se había visto con la esposa del torero, y lo agredieron. Un empresario amigo de Paula -constó en autos-, había mediado para que ejecutaran la venganza. El torero estaba al fondo del proceloso caso... Hubo investigación policial. Rafael de Paula fue detenido justo cuando acababa de torear en El Puerto de Santa María, aún vestido de luces. Permaneció 15 días en el penal de El Puerto. Vinieron el juicio, la sentencia, los recursos. Y siguió haciendo su vida normal. No tan normal, en realidad. Asegura el torero que más bien su vida ha sido un calvario desde entonces. Finalmente, 10 años después, el Tribunal Supremo confirmaba la sentencia: dos años y 30 días de prisión.

"Es como una corná", comentaba Rafael de Paula a este periódico (ver EL PAÍS del 31 de diciembre). Quería decir que sigue siendo torero en activo, y su ingreso en prisión lo considera una convalecencia, de manera que en cuanto le den la libertad volverá a los ruedos, con las ilusiones renovadas. "Cuando entre en la cárcel", comentaba unos días antes, "pasará esa desazón de los 10 últimos años y empezará la cuenta atrás".

Conserva Rafael de Paula un recuerdo emocionante de los 15 días que pasó en el penal de El Puerto: "Es muy duro estar preso y nada puede compensarlo. Pero tuve allí continuas manifestaciones de comprensión y apoyo por parte de los reclusos, que demuestran adónde puede llegar la calidad humana. Les estoy profundamente agradecido".

La enorme popularidad de Rafael de Paula sólo se explica por el duende de su personalidad y su toreo. Que son una misma cosa. "Se torea como se es", dijo un maestro en tauromaquia, y tal ocurre con Rafael de Paula. Lleva el genio de la torería en el alma, y todo cuanto hace, todo aquello de que se rodea, lo entiende como manifestaciones del sentimiento. Así es su propia villa, que construyó en el paraje de La Jara, frente a la desembocadura del Guadalquivir -y al Bajo, de Guía, y al coto de Doñana-, aún inacabada porque cada estancia y cada rincón han de ser la expresión exacta del arte y del sentimiento.

La música callada del toreo, escribió de la tauromaquia de Rafael de Paula José Bergamín, el más acertado intérprete de su alma torera. La música callada... Rasgos inaprensibles de la inspiración y la creatividad, que han penetrado la sensibilidad de los numerosos seguidores con que cuenta este torero complejo y exclusivo.

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