Tribuna:

Teledemocracia

El editorial de un diario, la serie de artículos de otro, dos entrevistas televisivas y una llamada telefónicamente invitan a proponer más que la dimisión de Felipe González, el cierre del Parlamento y el encargo a Xavier Mariscal del diseño de otra Carta Magna. que recoja el verdadero código del nuevo poder. Es tanta la modernidad a la que nos ha llevado esta década prodigiosa que se gobierna mediáticamente y saldrá en el futuro mucho más barato tomar decisiones de representación y decisión política mediante sondeos de opinión y llamadas telefónicas.La teledemocracia ha venido y nadie ...

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El editorial de un diario, la serie de artículos de otro, dos entrevistas televisivas y una llamada telefónicamente invitan a proponer más que la dimisión de Felipe González, el cierre del Parlamento y el encargo a Xavier Mariscal del diseño de otra Carta Magna. que recoja el verdadero código del nuevo poder. Es tanta la modernidad a la que nos ha llevado esta década prodigiosa que se gobierna mediáticamente y saldrá en el futuro mucho más barato tomar decisiones de representación y decisión política mediante sondeos de opinión y llamadas telefónicas.La teledemocracia ha venido y nadie sabe cómo ha sido, pero a la sospecha generalizada de que en este país se gobernaba gracias al teléfono rojigualda (la bandera catalana también es rojigualda, pero tiene más barras que la española) que enlaza La Moncloa con la Generalitat de Cataluña se suma la evidencia de que tanto el jefe del Gobierno como el de la oposición se lanzan y nos lanzan mensajes políticos decisivos a través de las pantallas de televisión. Al mismo capítulo ya esa expectativa cotidiana de la ciudadanía ante el culebrón de revelaciones de los vicios privados de un sistema basado en la doble verdad, la doble moral y la doble contabilidad, y la guinda de la orgía mediática la ha puesto ese editorial que ha causado más conmoción que el imaginario de una moción de censura perdida, porque ha, sido de hecho una moción de censura fallada sin necesitar las grandezas ni las miserias de la liturgia parlamentaria.

Habrá quien empiece a considerar si tras quedar desatada y bien desatada la democracia orgánica franquista no habrá sido un mero tiempo de trámite el de la democracia representativa para acceder a la modernidad de la teledemocracia, es decir, la democracia a distancia. Los 12 jefes indígenas que al parecer mandan en esta zona de la aldea global, al menos, que avisen.

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