Y Prosinecki destapó sus esencias

Se nos apareció en Oviedo el Prosinecki de Belgrado. Aquel joven líder del Estrella Roja campeón, esperó más de dos años para resucitar, dejando por medio toda la etapa madridista, llena de descrédito. El croata, que ya ha sido silbado en el Carlos Tartiere en alguna ocasión, estuvo ayer inmenso. Su juego estuvo lleno de efectividad, de desparpajo y de arte. La sociedad que formó con Jokanovic propició que el Oviedo, incluso cojo por toda su banda derecha, arrollara al Athletic en un primer tiempo pleno de distinción.,El marcador favorable desde el primer suspiro tenía relegado al equipo bilba...

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Se nos apareció en Oviedo el Prosinecki de Belgrado. Aquel joven líder del Estrella Roja campeón, esperó más de dos años para resucitar, dejando por medio toda la etapa madridista, llena de descrédito. El croata, que ya ha sido silbado en el Carlos Tartiere en alguna ocasión, estuvo ayer inmenso. Su juego estuvo lleno de efectividad, de desparpajo y de arte. La sociedad que formó con Jokanovic propició que el Oviedo, incluso cojo por toda su banda derecha, arrollara al Athletic en un primer tiempo pleno de distinción.,El marcador favorable desde el primer suspiro tenía relegado al equipo bilbaíno al papel de testigo directo de la resurrección. El partido era todo de Prosinecki hasta que, al filo del descanso, García Aranda se sumó a ese nutrido pelotón de árbitros que se las ingenian cada domingo para acabar con el fútbol. Lo que originó la expulsión de Oli y el fin de la fiesta fueron dos tarjetas amarillas para el jugador. La primera, más que discutible; la segunda, excesiva. El Athletic salió del hoyo al cambiar el Oviedo su iniciativa por un espíritu de supervivencia y pudo enseñar las garras de Guerrero. El partido, que estaba destinado a terminar con una salida de Prosinecki a hombros, acabó con una ruidosa bronca para el árbitro.

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