Butragueño: "La lesión tiene su lado bueno: han dejado de buscarme

Existen tres clases de entrevistados. Los de piñón fijo, también llamados discos rayados. Sea cual sea la pregunta, la contestación se adaptará irremediablemente a los tópicos de costumbre. Luego se encuentran los volcanes en constante erupción, al más puro estilo clementino. No hace falta ni siquiera buscarles la boca. A la mínima saltan y te encuentras con el estridente titular, la sabrosa frase, los ataques necesarios para satisfacer el morbo popular. Y por último tenemos a los que dicen lo que quieren decir dejan entrever lo necesario en cada momento y obligan al ejercicio imaginativo,...

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Existen tres clases de entrevistados. Los de piñón fijo, también llamados discos rayados. Sea cual sea la pregunta, la contestación se adaptará irremediablemente a los tópicos de costumbre. Luego se encuentran los volcanes en constante erupción, al más puro estilo clementino. No hace falta ni siquiera buscarles la boca. A la mínima saltan y te encuentras con el estridente titular, la sabrosa frase, los ataques necesarios para satisfacer el morbo popular. Y por último tenemos a los que dicen lo que quieren decir dejan entrever lo necesario en cada momento y obligan al ejercicio imaginativo, con el peligro que conlleva. Son las piezas mas difíciles. Inteligentes, astutos y escurridizos. Emilio Butragueño es uno de los componentes de este reducido grupo.Poco importan las circunstancias. En el éxito o en los malos momentos como los que atraviesa en al actualidad, su comportamiento a primera vista es el mismo. Todo es relativo, y ningún triunfo o desgracia es definitivo. "Nunca debemos olvidar que al cabo del tiempo, lo que ahora parece grave. no dejará de convertirse en una anécdota". Tanta claridad de ideas suscita el interés del entrevistador por encontrar una fisura en el optimista discurso que Butragueño entona desde que su estrella empezó a declinar. "La moral va por días, pero esto no ha terminado y el futuro es imprevisible. En seis meses pueden pasar muchas cosas, y debo estar preparado para dar la vuelta a la situación". A perro flaco todo son pulgas, y la lesión muscular que sufrió hace diez días oscurece aún más su panorama. No importa, todo tiene su lado positivo. "Dentro de una situación que es bastante desagradable para mí, la lesión tiene su lado bueno. No puedo jugar, y han dejado de buscarme. Me ha dado un poco de tranquilidad.

"Nadie es imprescindible. Di Stéfano se marchó y todavía el Madrid ganó una Copa de Europa. He visto jugadores históricos como Santillana de reservas, por lo que no era descartable que esto me pasase a mí alguna vez". A su pesar, ese fatídico día llegó cuando Jorge Valdano decidió no convocarle para el derby madrileño. "Fue muy doloroso para mí, aunque no me quedó más remedio que tragármelo. Me lo comí casi entero, ya que no puedo quejarme pues sería una falta de respeto hacia el resto de los compañeros. De todas formas, algo intuía, y la verdad es que no se por qué". Se ríe a medias, a su estilo, como si aquella intuición ahora le resulte graciosa.

Butragueño se mueve en una entrevista como si de un partidose tratase. Las preguntas son recibidas como balón en el área. Lo deja caer, y se da un segundito para saber qué hacer con ella. No le gusta rematar según le viene, salvo que sea una pelota clara, no vaya a ser que salga por donde no conviene. Su relación con Valdano es un centro envenenado. El concepto de amistad es muy ambiguo, por lo relativo. ¿A qué tipo se refiere cuando de clara una y otra vez que Jorge Valdano es su amigo? "Yo tengo un grupo muy reducido de amigos, nueve o 10. Son aquellos con los que, por ejemplo, voy a cenar con regularidad. Antes de que fuese entrenador del Madrid, Jorge era uno de ellos".

¿Era? ¿Significará que ya no lo es, declaración inesperada de un hombre como Butragueño?. Ni mucho menos. "Hay un sabio consejo que dice que las amistades y los negocios no deben ir juntos. La situación es incómoda para los dos, pero nuestra relación está intacta. Cuando o él o yo dejemos el club, no habrá mas problemas y todo volverá a como estaba antes". "La explicación está clara. Somos 22 jugadores, 11 salen de titulares, cinco están en el banquillo y otros seis lo ven desde lejos. Esta es la cruda realidad. No hay excusas. La vida viene así. Lo gracioso del tema es que encima tengo que defender a Jorge ante mis otras

El futuro. La pregunta del millón. ¿Donde estará Butragueño dentro de seis meses?. "Hay dos posibilidades. Que todo cambie y Jorge quiera que siga en el equipo. O que siga como hasta ahora. No me imagino en España, pero creo que puedo seguir jugando a fútbol, aunque hace tiempo que no lo hago, me refiero a cuatro partidos seguidos (¿crítica velada?). Pase lo que pase, en marzo o abril tomaremos una decisión. Todavía me divierte el fútbol, y quiero seguir, aunque sea en el extranjero".

La entrevista llega a su fin. Me resisto a no intentar por última vez que Butragueño se vaya sin buscar alguna oscura razón que aclare los porqués de su pase al ostracismo. Elijo una de las razones más manidas por los críticos. Su estado físico. Parece más gastado que lo que sería lógico por su edad, dicen. No se ha machacado lo suficiente, y lo está pagando, insisten. "Mira, para contestar esta pregunta tendría que referirme a técnicos y. preparadores, y no quiero crear conflictos. Por eso no la contesto".

Vuelve a sonreir mientras se levanta y se dirige a la puerta. Le espera el. médico. Marcha tranquilo; es más que probable que ningún periodista le espere.

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