AJEDREZ

Campomanes, el incombustible

Es tan listo y tan eficaz, que le perdonan sus triquiñuelas. Florencio Campomanes, el incombustible, acaba de dar un golpe de estado con apoyo parlamentario en la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), cuyos 154 países son superados solamente por las de fútbol y atletismo. Gracias a su alianza con Gari Kaspárov, campeón de la Asociación Profesional (PCA), el filipino seguirá siendo, tras doce años de polémico mandato, uno de los pocos presidentes casi tan conocidos como las grandes figuras de los deportes que dirigen. Ambos acaban de terminar en Moscú con el cisma que su enemistad provocó...

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Es tan listo y tan eficaz, que le perdonan sus triquiñuelas. Florencio Campomanes, el incombustible, acaba de dar un golpe de estado con apoyo parlamentario en la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), cuyos 154 países son superados solamente por las de fútbol y atletismo. Gracias a su alianza con Gari Kaspárov, campeón de la Asociación Profesional (PCA), el filipino seguirá siendo, tras doce años de polémico mandato, uno de los pocos presidentes casi tan conocidos como las grandes figuras de los deportes que dirigen. Ambos acaban de terminar en Moscú con el cisma que su enemistad provocó.Campomanes alegó "una situación de emergencia" para presentar su candidatura cuatro meses después del fin del plazo legal, y unos días antes de los comicios. Para que fuese aceptada, había que modificar los estatutos y las normas electorales, además de lesionar seriamente los intereses de los tres aspirantes al cargo que lo hicieron todo en regla. El filipino moderó durante sesiones eternas el debate que le implicaba directamente, alteró el orden de la agenda a su antojo prolongó con mútiples trucos las reuniones y, en el colmo de la desfachatez, intentó engañar el jueves a toda la Asamblea General pretendiendo pasar a la elección presidencial sin haberse sometido antes a su excepcional aceptación como candidato.

"Esperamos que la prensa occidental se haga eco de todas estas artimañas", decían algunos de sus opositores, en su mayoría europeos y americanos, escandalizados porque su consolidada tradición democrática no encajaba con las chapucillas que oían y veían .

En la FIDE, nadie tiene derecho a veto; el voto de Rusia, Estados Unidos o Alemania vale lo mismo que el de Fiji, Belice o Seychelles. El riguroso respeto a la reglas, tan enraizado en los países nórdicos y anglosajones, contrasta con el pragmatismo y la extraordinaria flexibilidad para cambiarlas que muestran los delegados del Tercer Mundo.

El mejor presidente

Algunos de sus rivales en la campaña reconocieron que Campomanes es el mejor presidente que ha tenido la FIDE. Ni siquiera las encendidas protestas de Kárpov, el humillado campeón del mundo de la FIDE, que pidió protección policial y denunció que varios delegados habían sufrido amenazas, lograron evitar que triunfase en la cita electoral más difícil de su carrera.El fin del cisma augura, entre otras cosas, la llegada de patrocinadores opulentos, la reunificación de los dos títulos mundiales en 1996 y la inclusión del ajedrez como deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos; Juan Antonio Samaranch ratificó esa idea en Moscú tras reunirse con Campomanes y Kaspárov. Ahora bien, ¿qué garantías puede haber de que la unión de estos dos grandes enemigos sea estable? Tres, que ambos aportan: ansia de dinero, sed de poder y escasez de escrúpulos.

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