"No todo está descubierto en el planeta"

Un explorador francés halla en el Tíbet el lugar exacto del nacimiento del río Mekong

Aún quedan cosas por descubrir en la Tierra, y algunas son tan espectaculares como la fuente principal del río Mekong, de 4.300 kilómetros. Un explorador francés, Michel Peissel, acaba de encontrarla en el Himalaya, a 4.975 metros de altitud, casi 50 kilómetros al oeste de donde se suponía debían estar. "Las mejores estimaciones procedían de las imágenes tomadas desde satélites, pero eran muy inexactas", afirma Peissel, de 57 anos, recién llegado desde Pekín a su apartamento parisino. Antropólogo por Oxford y la Sorbona, autor de 15 libros y 24 expediciones al Himalaya, reconoce que "lo de ser...

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Aún quedan cosas por descubrir en la Tierra, y algunas son tan espectaculares como la fuente principal del río Mekong, de 4.300 kilómetros. Un explorador francés, Michel Peissel, acaba de encontrarla en el Himalaya, a 4.975 metros de altitud, casi 50 kilómetros al oeste de donde se suponía debían estar. "Las mejores estimaciones procedían de las imágenes tomadas desde satélites, pero eran muy inexactas", afirma Peissel, de 57 anos, recién llegado desde Pekín a su apartamento parisino. Antropólogo por Oxford y la Sorbona, autor de 15 libros y 24 expediciones al Himalaya, reconoce que "lo de ser explorador le suena a chiste a mucha gente. Creen que está todo descubierto, pero no es así".Míchel Peissel vive en Cadaqués (Gerona) desde 1962 y habla tan bien el español como el francés, el inglés y los dialectos tibetanos. Si alguna biografía predispone a la aventura, es la suya. Hijo de un diplomático francés, se encontró de niño en Londres junto al pequeño grupo que apoyaba al general Charles de Gaulle contra el régimen colaboracionista de Vichy; ya universitario, se matriculó en la Harvard Business School y aprovechó unas vacaciones para irse a México, donde una serie de incidentes le llevaron a perderse en las costas de la península del Yucatán.

"Erré durante 40 días y descubrí 14 ciudades mayas en la selva tropical de Quintana Roo, una zona que ahora recibe casi dos millones de turistas al año. Escribí mi primer libro a partir de esos hallazgos. La constatación de que había cosas ignoradas a tan poca distancia de la civilización me decidió a abandonar Harvard y matricularme en la Facultad de Antropología de la Sorbona", explica. A los 22 años, en 1959, y ya especializado en tibetología, hizo su primera expedición al Himalaya.

Sus anteriores aventuras por la cordillera más alta del mundo son bastante conocidas. En una de ellas, en 1964, descubrió los pequeños caballos de Mustang, antecesores de los caballos árabes.

El año pasado hizo una expedición al lugar y se interesó por las fuentes del Mekong. A su regreso, consultó los archivos de la Royal Geographical Society de Londres y confirmó que, en reallidad, nadie tenía una idea exacta de dónde estaban.

Este verano consiguió un nuevo permiso de la Federación de Alpinismo de Qinghai y, junto al francés Jacques Falck y al británico Sebastien Guinness, remontó el Mekong a caballo y a pie hasta el paso de Rupsa, donde sus aguas están unidas a las del Yangtsé, y una vez ahí, hasta la muy cercana fuente.

Peissel ha vuelto con una cojera pronunciada, a causa de una herida en la rodilla izquierda. Pero no cree que su oficio sea muy peligroso. Entre sus aventuras se cuenta la de haber navegado por el Guadalquivir en un barco vikingo construido por él mismo. Hizo un hovercraft para remontar los ríos tibetanos y ha sido el primer occidental en cruzar de lado a lado Bhutan, uno de los países del Himalaya. "Algunos exploradores, como Jacques Cousteau disponen de grandes medios económicos y enormes equipos. Lo mío es casi artesanal".

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