NECROLOGICAS

Ha muerto un pintor: Salvador Victoria

Ayer murió Salvador Victoria, un hombre bueno y justo; un pintor luminoso y puro. Su pintura era abstracta y lírica, como la definió Simón Marchán, en 1984, en el catálogo de la exposición retrospectiva que tuvo lugar en el Centro Cultural de la Villa de Madrid con ocasión del 250 aniversario de su primera presentación colectiva en la capital, formando parte -junto a Sempere, Balaguer y Ramo- del primer grupo de españoles que ex ponía en el Madrid de la pos guerra.En su álbum fotográfico profesional aparece rodeado -en distintas etapas de su vida- por miembros del grupo El Paso y por los artis...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ayer murió Salvador Victoria, un hombre bueno y justo; un pintor luminoso y puro. Su pintura era abstracta y lírica, como la definió Simón Marchán, en 1984, en el catálogo de la exposición retrospectiva que tuvo lugar en el Centro Cultural de la Villa de Madrid con ocasión del 250 aniversario de su primera presentación colectiva en la capital, formando parte -junto a Sempere, Balaguer y Ramo- del primer grupo de españoles que ex ponía en el Madrid de la pos guerra.En su álbum fotográfico profesional aparece rodeado -en distintas etapas de su vida- por miembros del grupo El Paso y por los artistas de la galería de Juana Mordó. Pero Salvador Victoria fue sobre todo el autor de una obra artística profundamente individual. Fue un vanguardista solitario, poseedor de una inocencia virginal y casi mística. Las veladuras que envuelven su cosmología de formas y colores puros recuerdan a La Anunciación de Fra Angélico, a algunas Vírgenes de Luis de Morales y a los cielos de las Inmaculadas de Murillo, a las telas de Zurbarán y a los colores de El Greco. Algunos de sus óleos -recientemente integrados en la colección del Centro Reina Sofía- parecen retablos hacia los que puede elevarse la vista, a modo de oración.

Mientras Salvador Victoria apuraba las últimas horas de su vida, hemos rememorado, con Lucio Muñoz, con Amalia Avia y con Paco Echauz, la pequeña aventura que supu0,formar la colección Arte y trabajo de obra gráfica -expuesta recientemente en la Biblioteca Nacional-, de la que Salvador fue el primer entusiasta. Los 80 artistas que aportaron su obra a esa carpeta -patrimonio del Ministerio de Trabajo- constituyen un grupo genuino, abierto y considerablemente ecléctico, en el seno del cual Victoria se encontraba especialmente a gusto. Es sintomático que las paredes del hospital en donde terminó sus días estuvieran adornadas de reproducciones de las estampas de una colección -concebida para hacer llegar el arte contemporáneo al gran público- de la que él mismo había sido el principal animador.

Archivado En