Houston reacciona en su primera visita al Madison

La ventaja de casa no vale en la final de la NBA. Sam Cassell, un base novato de 1,91 metros, sentenció este partido a favor de los Rockets con una canasta de tres puntos y cuatro tiros libres en los últimos 32.6 segundos, pero su proeza se archiva por el momento como una explosión ofensiva sumamente oportuna. El hecho concreto es que desde 1990 nadie ha sabido defender su propio gallinero en una final de Liga.Cada resultado de esta serie ha cambiado las perspectivas y las expectativas. La ventaja de casa pertenece nuevamente a los Rockets, quienes estaban a punto una vez más, de perder la...

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La ventaja de casa no vale en la final de la NBA. Sam Cassell, un base novato de 1,91 metros, sentenció este partido a favor de los Rockets con una canasta de tres puntos y cuatro tiros libres en los últimos 32.6 segundos, pero su proeza se archiva por el momento como una explosión ofensiva sumamente oportuna. El hecho concreto es que desde 1990 nadie ha sabido defender su propio gallinero en una final de Liga.Cada resultado de esta serie ha cambiado las perspectivas y las expectativas. La ventaja de casa pertenece nuevamente a los Rockets, quienes estaban a punto una vez más, de perder la cabeza y el partido en los momentos decisivos. Fueron salvados por dos individuos con mucho coraje. El primero fue Cassell, un joven de 24 años de la universidad de Florida State y la 24a selección del draft del pasado verano. El otro fue el árbitro principal Jake O'Donnell, quien le pitó una falta ofensiva a Patrick Ewing por intentar un bloqueo ilegal cuando los Knicks aún tenían la opción a la victoria.

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