El Getafe se atascó en el derby

El Madrid C llegó poco, pero marcó

La falta de definición ante el marco contrario condenó al Getafe a igualar un encuentro en el que los locales pusieron las ocasiones y los visitantes la fortuna. El segundo disparo de los madridistas sobre el portal de Caballero les bastó para sustraer un punto de Las Margaritas en uno de los partidos más trabajados por los getafenses. Sólo el inteligente gesto de Pedro, levantando el balón en vaselina sobre Caballero, redimió la injusticia del resultado.El gol de Pedro permitió a los madridistas sacar petróleo de una buena actuación que sólo careció de la profundidad suficiente como para inqu...

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La falta de definición ante el marco contrario condenó al Getafe a igualar un encuentro en el que los locales pusieron las ocasiones y los visitantes la fortuna. El segundo disparo de los madridistas sobre el portal de Caballero les bastó para sustraer un punto de Las Margaritas en uno de los partidos más trabajados por los getafenses. Sólo el inteligente gesto de Pedro, levantando el balón en vaselina sobre Caballero, redimió la injusticia del resultado.El gol de Pedro permitió a los madridistas sacar petróleo de una buena actuación que sólo careció de la profundidad suficiente como para inquietar a la parroquia getafense. Más allá del punto obtenido, el equipo blanco gozó de las características propias de los conjuntos filiales, esos que pueblan la Segunda B con un buen número de prospectos futbolísticos.

El Real Madrid C no pudo sustraerse a su particular condición existencial y ofreció un bonito repertorio de cualidades técnicas apoyado en la necesidad propia de los conjuntos que tienen limitadas sus aspiraciones y en los que rige la ley del jugar y dejar jugar. Subyugado por esta premisa, el conjunto de Ton¡ Grande se resiente por la necesidad de destacar de sus individualidades. Condenado a no descender, estos equipos son capaces de lo peor y de lo mejor, y, por supuesto, son capaces de amargarle la fiesta a cualquiera. Ante semejantes planteamientos el Getafe suele atascarse, y ante los blancos no hizo excepción.

La primera media hora de juego fue muy interesante. El contraataque madridista trajo en jaque a los getafenses, demasiado temerosos como para iniciar una abierta ofensiva. Los vacilantes comienzos de Michel, desquiciado por las virtudes de Javi López; la superioridad numérica del Madrid en el centro del campo, y la nula presencia de Montero, demasiado escorado en la banda izquierda, propiciaron las mejores llegadas madridistas. Pero el peligro lo ponía el Getafe, donde Mariano, Julián y Juan rondaron el gol y Angelín se sacó un inverosímil remate al larguero cuando el balón se encontraba perdido entre las botas de defensas y atacantes.

El Getafe se concedió un respiro para reflexionar en los últimos 15 minutos de la primera parte y el juego se redujo a un centrocampismo insulso, con un sinnúmero de balones aéreos perdidos en una zona de apenas 40 metros. Tras el descanso, Raúl llevó el balón en un corto despeje hasta la cabeza de Angelín y éste no despreció el regalo, pero el tanto llevó la indefinición al juego getafense.

Dudando entre defender su mínima ventaja o intentar aumentarla, el juego getafense se diluyó, incapaz de encontrar el jugador capaz de administrar la pelota con el criterio adecuado a tales circunstancias. La situación benefició al Madrid, que reencontró en Ángel Luis el distribuidor de juego necesario para llegar hasta Caballero. De él nació la jugada del gol, cediendo a Pedro un balón al límite del fuera de juego y que sólo tuvo que aguantar y levantar por encima de la titubeante salida de Caballero.

Fue suficiente. El empate condenó definitivamente el partido. Montero y Guerrero intentaron llevar al Getafe hacia la victoria ejercitando sus facultades por ambas bandas, pero ni la delantera ni los cambios les acompañaban. La sustitución, decidida de antemano por Duque, fue recibida con desagrado por un público que dirigió sus últimas miradas a la labor del colegiado.

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