El Madrid se confía en Londres, pero no sufre

Dos de las torres del Madrid tuvieron que erguirse al máximo para poder despachar con cierta holgura a la cenicienta del grupo. El Guilford Kings -un equipo de animosos londinenses más algún norteamericano de cuarta o quinta fila, encabezados por el corpulento Pearson- partcipa en la Liga Europea gracias a la retirada de otros equipos menos idealistas. Aún no ha ganado ningún partido. La última visita que recibió, el Barcelona, la cerró con una derrota por una diferencia de 40 puntos.

Allí fue el Madrid necesitado de una victoria que pensaba sencilla. El equipo de Clyford Luy...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Dos de las torres del Madrid tuvieron que erguirse al máximo para poder despachar con cierta holgura a la cenicienta del grupo. El Guilford Kings -un equipo de animosos londinenses más algún norteamericano de cuarta o quinta fila, encabezados por el corpulento Pearson- partcipa en la Liga Europea gracias a la retirada de otros equipos menos idealistas. Aún no ha ganado ningún partido. La última visita que recibió, el Barcelona, la cerró con una derrota por una diferencia de 40 puntos.

Allí fue el Madrid necesitado de una victoria que pensaba sencilla. El equipo de Clyford Luyk no puede permitirse más deslices si quiere terminar entre los cuatro primeros y, concienciados y todo, como estaban los blancos, el primer tiempo acabó con un 36-31 para el equipo pobre.

Los Reyes de Guilford se frotaban los ojos y no se lo creían. Sus espectaculares pompomgirls ya no parecían tan patéticas celebrando las escasas canastas de los suyos: los rivales metían menos.

Así que los que pensaban ganar sin despeinarse tuvieron que arremangarse, aunque sin pasarse. Sólo el trabajo de Sabonis (20 rebotes y cuatro tapones se sumaron a sus 17 puntos) y Martín les valió. El juego interior, su superioridad de centímetros, lo más aparente del quinteto blanco, fue de nuevo su tabla de salvación. Ante tal rival, escaso de centímetros y sobrado de voluntad, fue simplemente la confirmación de una superioridad. Si hubieran dependido del juego exterior, otro gallo les habría cantado. Para muestra, un botón: cero lanzamientos de tres de siete intentos.

El Madrid no sufrió, pero puede echar de menos en la diferencia de canastas, fundamental para la clasificación final, los puntos que no pudo endosarle al Guilford. Por ahora, el Limoges le niega la cuarta plaza a igualdad de puntos.

Archivado En