Maragall y otros 'barones' del PSC proponen limitar el poder de Obiols al frente del partido

Algo se mueve bajo los pies del primer secretario de los socialistas catalanes, Raimon Obiols. Diversas agrupaciones del PSC propondrán al próximo congreso del partido, en febrero de 1994, acotar el poder de Obiols mediante la creación de dos viceprimeras secretarías que den mayor peso a los barones del socialismo catalán en la cúpula del PSC. Esta propuesta, inspirada por el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, ha provocado el rechazo frontal de Obiols, cuya labor al frente del partido es objeto hoy de una contestación interna sin precedentes en más de 10 años.

Durante una década,...

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Algo se mueve bajo los pies del primer secretario de los socialistas catalanes, Raimon Obiols. Diversas agrupaciones del PSC propondrán al próximo congreso del partido, en febrero de 1994, acotar el poder de Obiols mediante la creación de dos viceprimeras secretarías que den mayor peso a los barones del socialismo catalán en la cúpula del PSC. Esta propuesta, inspirada por el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, ha provocado el rechazo frontal de Obiols, cuya labor al frente del partido es objeto hoy de una contestación interna sin precedentes en más de 10 años.

Durante una década, los socialistas catalanes han presenciado desde el tendido la lidia de los enfrentamientos internos en la práctica totalidad de los demás partidos. Pero ahora el toro ha saltado la barrera y enfila los pitones hacia sus localidades. El PSC se encamina hacia su séptimo congreso en medio de un clima de contestación sin precedentes a la dirección de Obiols.Éste considera una insensatez que la propuesta de aumentar el peso de los barones en la dirección del PSC haya nacido vinculada a nombres concretos de dirigentes, como Maragall, Narcís Serra o el alcalde de Gerona, Joaquim Nadal. El primer secretario entiende que al poner nombres por medio, el debate queda automáticamente planteado en términos de ganadores y perdedores, circunstancia que dificulta su resolución.

"Han puesto una bomba de relojería debajo de la mesa de la ejecutiva", ilustra un dirigente obiolista, en cuya opinión el aparato del partido, controlado por el secretario de organización, Josep Maria Sala, está instrumentalizando a Maragall para ganar cuotas de poder en la organización. Según esta versión, Sala, investigado por el caso Filesa, actúa así por temor a que la renovación que preconiza Obiols acabe barriendo, si no a él mismo, a muchos de sus colaboradores en el aparato.

Dirigentes próximos a Sala consideran que Obiols ha cometido un error al oponerse frontalmente a la reforma de la dirección. "Queremos que Obiols continúe al frente del partido, pero no de espaldas al mismo", apunta uno de ellos. Maragall, por su parte, niega estar detrás del envío de dichas propuestas al congreso del PSC, pero evita pronunciarse en contra de las mismas. Éstas guardan una gran similitud con una proposición que Maragall hizo semanas atrás a Obiols y que éste rechazó.

En todo caso, las discrepancias en el PSC no se reducen a la reorganización de la cúpula, sino que tienen raíces más profundas. ¿Qué ha cambiado últimamente en el PSC que ha acabado con la calma chicha? Bastantes hechos relevantes, pero uno sobre todos ellos: la renuncia de Obiols a enfrentarse de nuevo en las urnas con el nacionalista Jordi Pujol, después de ser arrollado por éste en tres autonómicas consecutivas.

Sólo unos pocos obiolistas inquebrantables sostienen hoy que el relevo del candidato socialista a la presidencia de la Generalitat no tiene necesariamente que alterar el encaje actual de la dirección del partido. Por el contrario, una amplia mayoría considera lógico que aquellos que se perfilan como sucesores de Obiols en el liderazgo electoral y parlamentario -Maragall y Nadal- quieran disponer de un mayor poder orgánico. En palabras de un diputado autonómico, es normal que quien tenga que lanzarse a la piscina electoral quiera controlar el grifo de agua, no vaya a haber escaso líquido a la hora del chapuzón.

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Parcela única

Pero tampoco carece de lógica la resistencia de Obiols a ceder poder en la cúpula del partido. A diferencia de Maragall o Serra, Obiols no tiene poder institucional. Y, como consecuencia de su renuncia a medirse de nuevo con Pujol, acabará perdiendo incluso su condición de líder de la oposición en Cataluña. De modo que la dirección del PSC será pronto su única parcela de poder.Las diferencias que han estallado en el PSC tampoco son ajenas a la frustración que confiesa sentir la mayoría del partido después de pasar 13 largos años calentando los bancos de la oposición en el Parlamento catalán. Las críticas de numerosos diputados y organizaciones territoriales del partido a la "tibieza" con la que los socialistas ejercen la oposición al Gobierno de Pujol no vienen ahora de nuevo. Pero la derrota del PSC en las autonómicas de 1992, resaltada por contraste con el triunfo socialista en Cataluña en las legislativas de 1993, hizo resucitar con fuerza los reproches a la política opositora diseñada por Obiols.

Un alto dirigente del PSC, que como todos sus correligionarios pide el anonimato, resume así la situación: "No sólo necesitamos un candidato mejor; también nos hace falta una línea política de oposición adecuada". En los últimos meses han arreciado en el PSC las demandas de un ejercicio de la oposición parlamentaria más firme, contundente y diferenciador. Eso mismo exigirá el congreso de febrero, ya que la mayoría del partido no cree que el flamante clima de colaboración entre el PSOE y CiU en Madrid dificulte la consecución de ese propósito.

Pero incluso los que creen necesario dar un golpe de timón discrepan entre sí sobre el rumbo que seguir. Narcís Serra, por ejemplo, entiende quelos resultados de las legislativas aconsejan al PSC réforzar su acción en las localidades me tropolitanas, de fuerte componente obrero e inmigrante, y potenciar la vinculación del so cialismo catalán al proyecto de Felipe González.

Maragall considera, por el contrario, que la clave para quebrar la hegemonía de Pujol está en lograr atraer a sectores de la burguesía catalanista y de la izquierda nacionalista hacia un proyecto común con el socialismo bautizado Catalunya Segle XXI, que por su naturaleza desborda los límites del PSC.

El afloramiento de estos enfrentamientos y discrepancias ha disparado las alarmas en un partido que, a fuerza de años, había llegado a creer que la calma chicha era el estado natural de la organización. Pero a juicio de unos y otros, la sangre no llegará al río esta vez. Entre otras cosas porque hoy por hoy no existe una alternativa definida al liderazgo de Obiols. Una cosa es presionarle en determinada dirección y otra bien distinta, pedir su relevo, extremo este último al que no parecen dispuestos a llegar los principales dirigentes.

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