COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

Hecatombe del Valencia

El Karlsruher aplasta al equipo de Hiddink con una goleada de efecto devastador

El Valencia ayudó a revitalizar la leyenda alemana, casi destruida tras el primer partido. El Karlsruher, un equipo de medio pelo, aplastó al equipo de Hiddink en un partido que los conjuntos españoles han vivido toda la vida. La secuencia de desastres en las canchas de Alemania continuó ayer en los mismos términos de ocasiones anteriores. Un conjunto rudo, agresivo y con buena puntería sacó tajada de la falta de carácter de un rival con más clase, pero incapaz de traducir en goles sus oportunidades.En medio, quedó la tierra quemada. El Valencia, que llegaba al encuentro bañado en optimismo, t...

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El Valencia ayudó a revitalizar la leyenda alemana, casi destruida tras el primer partido. El Karlsruher, un equipo de medio pelo, aplastó al equipo de Hiddink en un partido que los conjuntos españoles han vivido toda la vida. La secuencia de desastres en las canchas de Alemania continuó ayer en los mismos términos de ocasiones anteriores. Un conjunto rudo, agresivo y con buena puntería sacó tajada de la falta de carácter de un rival con más clase, pero incapaz de traducir en goles sus oportunidades.En medio, quedó la tierra quemada. El Valencia, que llegaba al encuentro bañado en optimismo, tendrá que acomodarse en el diván. Las consecuencias de esta clase de derrotas van más allá de una semana de depresión. Por extensión, el fútbol español también sale damnificado de la hecatombe de Karlsruhe, la última en la interminable secuencia de desastres en los campos germanos.

El trueque del Valencia fue un desastre. Cambié media docena de ocasiones por la cesión de siete goles. El resultado reprodujo sus males históricos: la indeterminación en su juego y su falta de aplomo para sacudirse los malos momentos. Nada quedó del cuadro que encabeza el campeonato español. Fue el viejo Valencia, con todo lo que ello supone.

El partido fue de un ritmo muy vivo desde el principio, lo cual favoreció al Karlsruher ante un Valencia dubitativo y cada vez más frágil. En realidad, el cuadro español terminó siendo una triste caricatura de sí mismo.

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