Entre Correcaminos y Emperador

El pelotón aún no ha encontrado un apodo definitivo para Induráin

El concurso sigue abierto: está por ver quién adjudicará a Induráin el apodo que todos los campeones exhiben en los libros de historia. Propuestas no faltan, pero el premio sigue desierto. Merckx fue El Caníbal; Coppi, Il Campionissimo; Bartali, El Fraile Volador y El Viejo, Poulidor Poupou; Bahamontes, El Águila de Toledo; Hinault, El Tejón. Claudio Chiappucci, siempre osado, se lo ha adjudicado él mismo, se autproclama El Diablo, abrumado por propuestas de otro gusto -Calimero, El Hombre biónico, El Hombre de hierro- Induráin no tiene problemas de elección. Desde la contrarreloj de Luxem...

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El concurso sigue abierto: está por ver quién adjudicará a Induráin el apodo que todos los campeones exhiben en los libros de historia. Propuestas no faltan, pero el premio sigue desierto. Merckx fue El Caníbal; Coppi, Il Campionissimo; Bartali, El Fraile Volador y El Viejo, Poulidor Poupou; Bahamontes, El Águila de Toledo; Hinault, El Tejón. Claudio Chiappucci, siempre osado, se lo ha adjudicado él mismo, se autproclama El Diablo, abrumado por propuestas de otro gusto -Calimero, El Hombre biónico, El Hombre de hierro- Induráin no tiene problemas de elección. Desde la contrarreloj de Luxemburgo de 1992, los cronistas han agotado todos; los superlativos para homenajear al campeón navarro.

La naturaleza (el toro), la informática (la computadora), la aeronáutica (el Concorde), el cine (Indurináitor), la tradición monarquica (Miguel I de Navarra, señor de Induráin), la música (el metrónomo), los transportes públicos (la locomotora), la conquista del espacio (el extraterrestre)... todos los ámbitos han sido utilizados en los periódicos, en las televisiones y en las radios para intentar hacer llegar al público, con mayor o menor fortuna con más o menos gracia, las sensaciones que produce el navarro. El pelotón también maneja su diccionario, aunque se queda corto de imaginación.

Monstruoso

Los corredores españoles no se atreven a bautizar a Induráin. Temen, dicen, que el rey pueda enfadarse y retirarles el saludo. Un fugaz interrogatorio deparó calificativos tímidos, pronunciados en silencio, producto más del respeto que de la admiración. "El Súper", escogió Jon Unzaga aplicado a la ley del mínimo esfuerzo. "El Campeón", dijo Javier Mauleón. "El Superdotado", apostó Federico Etxabe con escasa emoción. Mal, muy mal. Un atisbo de imaginación pudo verse en Jesús Montoya -"el Kevin Schwantz", en relación al campeón. motociclístico- y en Fernando Escartín: "La Moto". Pedro Delgado apostó por lo fácil -"Sobrenatural"- y Marino Alonso lo pensó mucho antes de declararse incapaz y renunciar. Desastroso.

El resto, poca creatividad y menos empeño, incluido el que mejor conoce al condecorado, Pruden Induráin. "No, no, no, mi hermano no, no, no, mi hermano no, no, no...", fue su extensa pero estéril respuesta. Influenciado por.sus compañeros ibéricos, el veterano danés Per Pedersen afrontó la encuesta como un examen de reválida. Miró al cielo, resopló, se frotó el muslo, bajó la cabeza y, al fin, resolvió: "Un gran corredor". Suspenso. González Arrieta se soltó un poco el pelo, pere, tirando de archivo: "Indurináitor". La candidatura más sólida sigue siendo la expuesta por Fernando Quevedo en el último Tour: "Induráin es el monstruo más monstruo de todos los monstruos".

El ingenio llegó desde el pabellón italiano. No es casualidad: el ciclismo transalpino ha sufrido tanto en sus carnes el dominio de Induráin -sus dos caudillos, Bugno y Chiappucci, han pedido hora al psicólogo- que la imagen del navarro roza los límites de la realidad. Haciendo honor a la gran tradición motociclística de Italia, un par de ellos apostaron por "La Moto": Ghirotto y Bramati. Chiesa se lo pensó y salió cinematográfico: "Robocop". Las películas de terror inspiraron a Ballerini -"La Bestia"- y el oeste americano a Perini -"La Locomotora"-. Roscioli unió la tauromaquia y el exorcismo: "El Toro que expulsa al Diablo". Andrea Ferrigato evocó sus últimas vacaciones invernales en España: "El Matador".

El sector hispanohablante no se distinguió por su brillantez. "Miguelón", concretó el colombiano Abelardo Rondón. "La Bestia", repitió el mexicano Raúl Alcalá. "El Imbatible", dijo el venezolano Leonardo Sierra. La representación anglófona encontró un auténtico filón en el irlandés Stephen Roche, que apeló a sus recuerdos televisivos de infancia: "El Correcaminos". Frankie Andreu, del Motorola, bajó la media: "El Toro".

El pelotón francés hizo gala de cierta sofisticación. En sus ojos, el mismo respeto y admiración que en los de los italianos. En sus respuestas, cuidado y esmero. Gérard Rué demoró su elección, pero valió la pena. Por primera vez, la sinfonía de Induráin mereció un sobrenombre musical: "El metrónomo, tic-tac, tic-tac". Pascal Lino repasó la historia francesa para hallar el apelativo adecuado: "El Emperador, Napoleón nduráin". Laurent Pillon usó a Eddy Merckx: "El Caníbal".

Los mejores apodos son los que han aparecido en los periódicos. Samuel Abt, del Herald Tribune y biógrafo de Greg Lemond, asegura que la palabra más fuerte que ha empleado para definir a Induráin fue "dominating": el dominador. Inmejorable ejemplo de concisión yanqui. El Extraterretre deambuló mucho por las redacciones francesas el pasado año, pero este año la creatividad ha sido superior. "Le Chronomaître", titularon L'Équ¡pe y Libération tras la contrarreloj de Madine en un hermoso juego de palabras entre maestro y cronómetro. "Il Crono-metró", escribieron los enviados especiales italianos jugando con la velocidad del navarro y su parecido con un tren subterráneo.

Sin embargo, por la generosidad ofrecida por Induráin hacia el suizo Tony Rominger en las etapas de montaña alpinas, un apodo comienza a brillar por encima del resto de propuestas: El Rey Bondadoso.

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