Induráin sale vivo de la contrarreloj por equipos

Cipollini es el nuevo líder gracias al éxito del GB-MG italiano

La contrarreloj por equipos obliga a un balance consolidado acompañado de los correspondientes análisis parciales. Los 81 kilómetros entre Dinard y Avranches no han modificado el mapa del Tour: nadie es más favorito que Induráin. Entre los aspirantes tampoco hay interferencias, salvo la discriminación que sufre Rominger en la comparación con Zülle: casi cuatro minutos puso ayer esta etapa de distancia entre ambos. El ONCE experimentó una sensación agridulce: Zülle y Breukink sacaron provecho de la jornada, pero ni Zülle conquistó el amarillo ni el ONCE recibió la compensación del triunfo. Los ...

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La contrarreloj por equipos obliga a un balance consolidado acompañado de los correspondientes análisis parciales. Los 81 kilómetros entre Dinard y Avranches no han modificado el mapa del Tour: nadie es más favorito que Induráin. Entre los aspirantes tampoco hay interferencias, salvo la discriminación que sufre Rominger en la comparación con Zülle: casi cuatro minutos puso ayer esta etapa de distancia entre ambos. El ONCE experimentó una sensación agridulce: Zülle y Breukink sacaron provecho de la jornada, pero ni Zülle conquistó el amarillo ni el ONCE recibió la compensación del triunfo. Los muchachos de Cipollini reflejaron el empuje del ciclismo italiano, el más completo. II Bello ha logrado ser líder.

Cuando los directores hacen caja, los anagramas desaparecen. Ya no hay nombres comerciales, sino apellidos. Carrera es Chiappucci, Gatorade es Bugno, Banesto es Induráin, el ONCE es Zülle o Breukink, tanto da. Los detalles de última hora se muestran irrelevantes ante el peso de las diferencias reales entre unos y otros. Si los de Banesto perdieron dos corredores por el camino, allá muy buenas. Si fue capricho de Manolo Saiz que a la meta llegaran seis en lugar de cinco, nadie mejor que él para saber si por esperar al belga Bruyneel no perdieron la etapa. Cara al público dirá lo que se le antoje.La hora del balance no tiene otro aspecto que el de la general. Y ésta dice que Induráin posee a estas alturas ventaja sobre Bugno (21s) y Rominger (3m 2s), mientras obra en desventaja ante Chiappucci (11s), Breukink (47s) y Zülle (1m 5s). Significaba deducir que sus enemigos naturales en el Tour están al alcance de la mano, que Rominger debe ir estudiando el perfil de las etapas alpinas y que Zülle no deja de ser más peligroso porque tenga un minuto más de combustible.

Era inútill observar la cara de satisfacción de Induráin. La máscara lo oculta todo. Pero bastaba con escuchar a Echávarri: "Ha sido un buen día de San Fermín". Echávarri se había hecho a la idea de tener que volver a explicar que la contrarreloj por equipos es su asignatura pendiente. Tanto es así que por vez primera se aplazó el tradicional cóctel de San Fermín ante la posibilidad de que la fiesta fuera un funeral. En el kilómetro 57, Echávarri tenía motivos para especular con una derrota superior a los dos minutos. El final fue un alivio. Incluso el francés Bernard, relevado de toda responsabilidad en esta etapa ante su precario estado de forma, llegó a la meta sano salvo en compañía de su gente. La moral de este francés quebradizo agradecerá el detalle, piensan los del Banesto.

Explicaciones

Los del ONCE, por el contrario, desterraron en la meta las explicaciones de laboratorio; los prototipos fueron enterrados en el camión último modelo del equipo. La pregunta era unánime: ¿qué ha fallado? Pablo Antón, manager del equipo, se puso en primera fila: "Mirar la cara que se nos ha quedado".

La jornada tuvo un desenlace imprevisto en otra suerte de detalles. Ganó el equipo de Cipollini (GB-MG) cuando todos los pronósticos apuntaban al ONCE, cuya perseverancia en esta especialidad (tan honesta como discutible) había convencido a la concurrencia de que, por fin, había llegado la hora de darle toda la razón a Manolo Saiz. Los cinco segundos de diferencia entre un equipo y otro no conducen a otra conclusión que reconocer que un par de desgracias apartaron al conjunto español de la victoria. Díaz Zabala sufrió un pinchazo, y Bruyneel, una avería. La decisión de no acudir al tramo final con cinco hombres (en este tipo de etapas se marca al equipo el tiempo del quinto corredor) les obligó a perder unos segundos a la espera de que Bruyneel solventara sus problemas. Más de cinco segundos seguro que gastaron en esta última apuesta.

Y el éxito del GB-MG tampoco es nuevo. Los equipos italianos han demostrado sobrada competencia en todas las especialidades del ciclismo. Los hombres de Cipollini se suman a los triunfos que en su día disfrutaron el Carrera (1987) o el Ariostea (1992). La quiebra que sufre el ciclismo holandés les ha dejado en cabeza en este tipo de pruebas.

Quedan para material de inventario los pequeños detalles. Cada director había dictado las respuestas que demanda este tipo de especialidad. ¿Cuándo dejar al primer corredor descolgado?, ¿cómo distribuir los relevos?, ¿qué ritmo imponer durante los primeros 30 kilómetros?, ¿qué hacer según que incidentes?

El equipo ONCE comenzó a ensayar esta etapa hace meses y puso en circulación el mejor material disponible en el mercado. La técnica no le falló, sino el aspecto más imprevisible del ciclismo: ningún ingeniero ha inventado hasta el momento la rueda antipinchazos, por poner un ejemplo. Pero todo este complejo arsenal queda inútil cuando todos acaban de cruzar la línea de meta. Entonces sólo se habla de la clasificación general, y cada cual abre el libro de ruta para estudiar el panorama.

Esta etapa, en particular, cambia los hábitos de los equipos. Se vuelven sedentarios, se especula en abstracto, se establece un minucioso orden del día si es preciso. La rutina del pelotón y la escapada desaparece, la carretera se transforma en una pista irregular. No hay un rincón reservado a la inspiración ni tiempo para echar cuentas del paisaje. Toda la atención se concentra en mantener vivo el ritmo, administrar adecuadamente las fuerzas y respetar el orden hasta que alguien luzca la señal de alarma. A partir de entonces, en un kilómetro indefinido, cada equipo trata de sobrevivir a sí mismo.

Cambio de estrategia

La estrategia cambia de formato, se hace unidimensional. El corredor pierde su libre albedrío porque el director entra en escena con el altavoz en mano. Por vez primera, él puede ser el gran protagonista. Las órdenes se amplifican, y los corredores no tienen más remedio que huir de ese aparato odioso. La contrarreloj por equipos les ha convertido en esclavos amedrentados por los gritos del jefe.

Hoy el corredor se habrá liberado. El pelotón volverá a ser el entorno social natural del ciclista. El Tour vuelve hoy a la carretera. Rominger se ha quedado por el momento. Un sprinter sucede a otro sprinter en el liderato. Y no hay más favorito que Induráin.

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