El Atlético desprecia la ética por imponerse a Osasuna

Tiempo atrás, lo de ayer no habría sucedido. Eran años en que los medios prevalecían sobre el fin. Cuando el portero rival se quedaba tendido, doliéndose por algo, el jugador del Atlético echaba la pelota fuera del campo. Daba igual que se perdiera un gol claro y, con él, una victoria de suma importancia. El espíritu deportivo se imponía sobre todas las cosas. Pero esa mentalidad sana se ha perdido. El Atlético se agarró ayer a un contrario herido para fabricar su triunfo. Se tiñó de Maquiavelo y despreció la ética por llenar su casillero con dos puntos manchados. El conjunto rojiblanco ensuci...

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Tiempo atrás, lo de ayer no habría sucedido. Eran años en que los medios prevalecían sobre el fin. Cuando el portero rival se quedaba tendido, doliéndose por algo, el jugador del Atlético echaba la pelota fuera del campo. Daba igual que se perdiera un gol claro y, con él, una victoria de suma importancia. El espíritu deportivo se imponía sobre todas las cosas. Pero esa mentalidad sana se ha perdido. El Atlético se agarró ayer a un contrario herido para fabricar su triunfo. Se tiñó de Maquiavelo y despreció la ética por llenar su casillero con dos puntos manchados. El conjunto rojiblanco ensució su imagen a cambio del premio que buscaba: mantener abiertas sus opciones de arañar una plaza en la próxima Copa de la UEFA.Todo sucedió de forma inesperada. El partido discurría en medio de una monotonía desesperante, sólo alterada por algunas decisiones erróneas del árbitro Rivas Fernández -perdonó la expulsión a Diego (m. 29) por derribar a Kosecki cuando el polaco estaba en posición ventajosa- Pedro lanzó entonces un centro al área que Roberto despejó de puños. En el camino, el guardameta chocó con Schuster y se cayó al suelo, donde se quedó doliéndose. Donato, a 40 metros, creyó encontrar el cielo y buscó el gol con un tiro parabólico. Roberto desvió como pudo la pelota, pero Moya la introdujo en la red. El Atlético lograba enderezar un encuentro complicado con una acción legítima reglamento en mano, pero inaceptable en cualquier tratado de ética.

Con todo, el destino quiso castigar al Atlético por su feo detalle y consintió el empate de Osasuna en un lance de fortuna. Los rojiblancos tuvieron que buscar de nuevo la victoria, pero ya guiados por métodos más limpios. También lograron su objetivo, aunque en el minuto 96. El Atlético dañó, pues, su imagen para obtener una victoria que necesitaba. Se trataba de un requisito indispensable para poder viajar por Europa en la temporada próxima. Para alguien tal vez sea un objetivo capaz de justificar un gesto como el de Donato, pero no para los atléticos de toda la vida, los que hace 14 años vieron, por ejemplo, cómo Rubio, solo ante Miguel Ángel, tiró fuera el balón porque un madridista se dolía metros atrás. El Atlético fue eliminado de esa semifinal de la Copa en los penaltis, pero se marchó con la cara bien alta. Ayer, no.

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