El Madrid alivio su pena con un triunfo

No es ningún secreto que derrotas como la de Atenas dejan un rastro tras de sí. Un batacazo como el que se llevó el Madrid le ha dejado inmerso en un mar de dudas, del que no se libra ni Clifford Luyk, su entrenador. Luyk no acaba de decidirse sobre la primera cuestión capital con la que debe enfrentarse. A quién ceder la responsabilidad de llevar el timón madridista. Con un Antúnez bajo el agua y Lasa sin la continuidad y madurez necesaria, lo del base lleva camino de convertirse en una pesadilla para el Madrid. Ayer, Luyk puso a Lasa en el quinteto titular, pero a los seis minutos empezó el ...

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No es ningún secreto que derrotas como la de Atenas dejan un rastro tras de sí. Un batacazo como el que se llevó el Madrid le ha dejado inmerso en un mar de dudas, del que no se libra ni Clifford Luyk, su entrenador. Luyk no acaba de decidirse sobre la primera cuestión capital con la que debe enfrentarse. A quién ceder la responsabilidad de llevar el timón madridista. Con un Antúnez bajo el agua y Lasa sin la continuidad y madurez necesaria, lo del base lleva camino de convertirse en una pesadilla para el Madrid. Ayer, Luyk puso a Lasa en el quinteto titular, pero a los seis minutos empezó el carrusel. Hasta seis cambios realizó entre ellos dos, y el resultado fue desesperanzador: un punto entre ambos y poca incidencia en los avatares del juego.Con el Madrid debatiéndose en sus contradicciones (cuesta acostumbrarse a la mortalidad), el Elosúa, vió desde el primer momento sus opciones. En unos primeros minutos vertiginosos, cogió el aire al partido, y exploró en la herida que sus contrarios traían de Grecia. Mientras Luyk buscaba su quinteto ideal, los leoneses mandaban sin problemas (25-37, minuto 13). Sabonis y Biriukov lo intentaban, pero eran esfuerzos individuales.

Entonces apareció Ricky Brown. El norteamericano salió muy tocado de la final europea, y los 15 primeros minutos de partido (cero puntos) acrecentaron la sensación de agotamiento que estaba transmitiendo en las últimas fechas. De golpe y porrazo, Brown emergió del fondo del abismo y se hizo el dueño del cotarro. 11 puntos en lo que restaba de primer tiempo lograron igualar la contienda y superar una complicada situación (45-45 en el descanso). El partido estaba igualado, pero el Elosúa había perdido una gran oportunidad por su ineficacia defensiva. 45 puntos en veinte minutos devolvieron la confianza a algunos jugadores, sobre todo a Brown, que siguió anotando sin parar.

Mientras el juego interior ponía a flote al Madrid, Crespo y Fernández remendaban con sus lanzamientos los rotos que producían la pareja foránea del Madrid debajo del aro. Con menos efectividad y mayor equilibrio que en la primera parte, el partido alcanzó su momento de definición (73-72, minuto 37). Ninguno de los dos equipos hizo méritos para ganar. El Madrid tenía miedo a perder; el Elosúa, a ganar. Entre fallos y más fallos (7 puntos entre los dos equipos en los tres minutos postreros) fue Sabonis el encargado de decidir. Un tapón a Brown (el del Elosúa) y una última canasta otorgó una victoria que necesitaba el Madrid como agua de mayo. Si el asunto se centraba en ganar, objetivo cumplido. Si se escarba un poco, los efectos de la semana trágica siguen presentes. Sobre todo en el base.

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