CICLISMO

Fondriest cumple los pronósticos y gana la clásica Milán-San Remo

El ciclista italiano Maurizio Fondriest, de 28 años, hizo ayer que los pronósticos se cumplieran. El corredor del equipo Lampre era el principal favorito para ganar la Milán-San Remo, y cumplió con el papel asignado al llegar en solitario a la meta en San Remo. Miguel Induráin, que afrontaba su primera prueba junto a los mejores, estuvo toda la carrera fuera de sitio y nunca tuvo opción de triunfo.La primera clásica de la temporada fue una intensa lucha táctica entre varios equipos que se resolvió a favor del genio individual, la astucia y la valentía. El equipo ONCE hizo girar en torno a su e...

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El ciclista italiano Maurizio Fondriest, de 28 años, hizo ayer que los pronósticos se cumplieran. El corredor del equipo Lampre era el principal favorito para ganar la Milán-San Remo, y cumplió con el papel asignado al llegar en solitario a la meta en San Remo. Miguel Induráin, que afrontaba su primera prueba junto a los mejores, estuvo toda la carrera fuera de sitio y nunca tuvo opción de triunfo.La primera clásica de la temporada fue una intensa lucha táctica entre varios equipos que se resolvió a favor del genio individual, la astucia y la valentía. El equipo ONCE hizo girar en torno a su estrategia 292 de los 294 kilómetros de la prueba, pero, al final, le faltó el carácter de su líder, el francés Laurent Jalabert, que fue cuarto.

Era algo cantado y salió bien. Maurizio Fondriest había soñado decenas de veces con descender solo, con nadie delante, por las curvas de 180 grados de un montículo llamado Poggio. La meta, a menos de cinco kilómetros. Mientras el ciclista italiano hacía realidad su sueño, un grupo de cinco lanzaba improperios y maldecía su despiste.

A ellos, a Luca Gelfi, Lance Armstrong, Laurent Jalabert, Heinrich Trumheller y Jean Claude Colotti, sólo les quedaba el luchar por una plaza de consolación en el oficioso campeonato del mundo de primavera. Se habían dejado sorprender en el momento más decisivo. Más atrás, un español, Iñaki Gastón, también maldecía, pero de rabia. Había atacado demasiado pronto y su demarraje se había convertido simplemente en el detonador de la verdadera explosión, en el trampolín de Fondriest.

Al ciclista bilbaíno siempre le ha gustado exhibirse en las rampas, suaves -un 5% de medía en tres kilómetros de ascensión-, del Poggio. Ayer como el año pasado saltó al inicio, cobró unos segundos, pero nada más. El grupo de favoritos, tirado por el ONCE, ordenó su caza y ésta se produjo dos kilómetros después. Entonces aprovechó Fondriest.

Fe o riesgo

Jalabert y los demás tenían que haber estado preparados. Fue un demarraje rápido pero no sobrenatural. Si alguien hubiera sido su sombra no le habría-abandonado solo. Pero mientras la noticia llegaba a los afectados y éstos tomaban una decisión -Jalabert dudó por unos momentos sobre qué hacer- Fondriest ganó unos segundos preciosos. Lo demás era cuestión de fe y de riesgo.Fondriest, además, se quitó un estigma. Su mayor éxito, el campeonato del mundo de 1988, siempre había sido minusvalorado. El italiano se había aprovechado entonces de una caída en el último kilómetro de Bauer y Criquielion, que iban delante de él. El francés Jean Claude Colotti resultó herido al chocar j unto a varios corredores con el coche del director de carrera una vez atravesada la meta.

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