El Rayo tropieza en la experiencia del Cádiz

Fue un partido sucio y aburrido. Lo primero, por la inhibición del árbitro...Lo segundo, la suma resultante de la falta de ambición del Cádiz y la inoperancia del Rayo. Sólo se saboreó un cuarto de hora digno. Y eso, o tal vez por eso, que ambos equipos se jugaban gran parte de su otra Liga, la del descenso.El Cádiz sabe exprimir al máximo su principal virtud: las tablas. Asume sus carencias, se coloca bien, no pierde los nervios y apura al máximo las soluciones lógicas. Y, si le dejan, como ayer, castiga los tobillos rivales. Sus jugadores tienen la mala costumbre de dejar la pierna. Una medi...

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Fue un partido sucio y aburrido. Lo primero, por la inhibición del árbitro...Lo segundo, la suma resultante de la falta de ambición del Cádiz y la inoperancia del Rayo. Sólo se saboreó un cuarto de hora digno. Y eso, o tal vez por eso, que ambos equipos se jugaban gran parte de su otra Liga, la del descenso.El Cádiz sabe exprimir al máximo su principal virtud: las tablas. Asume sus carencias, se coloca bien, no pierde los nervios y apura al máximo las soluciones lógicas. Y, si le dejan, como ayer, castiga los tobillos rivales. Sus jugadores tienen la mala costumbre de dejar la pierna. Una medida que daña el espectáculo y al adversario, pero que consigue extraordinarios resultados cuando se topa con un mal colegiado.

Taboada Soto contribuyó a fomentar el debate sobre el criterio de los árbitros al distribuir sus amonestaciones. Aplaudió los gorrazos de los contendientes y condenó las protestas y los desplazamientos del balón fuera de hora. La historia de siempre. En su agenda, cinco tarjetas. A Visjn1c y Cota, por mover la pelota con el juego parado; a Sticina, por recriminarle a un compañero, y a Oliva y Mateos, por entrar duro. En el olvido, decenas de mamporros.

Su labor le vino bien al Cádiz para asentarse en el campo. En el conjunto andaluz todo gira en torno a Carmelo, un veterano que ha ganado con los años. El equipo se ha fabricado a su medida. El ordena, serena y lanza a sus compañeros. Recurre al balonazo en tiempos de apuro y al toque sosegado en los de calma. Los partidos se mueven al ritmo que marca. Lo demás se lo deja a Quico.

El Rayo fue incapaz de llevarle la contraria. Sólo durante un cuarto de hora magnífico. La primera mitad no había servido para nada. Para bostezar, si acaso. Un tiro de Polster con mala intención y dos sustos de Quevedo. Poco más.

Luego, en la segunda parte, el Rayo salió con genio y alteró la pauta. Llegaron las ocasiones, entre ellas el gol de Calderón. Tuvo diez minutos para empapelar el partido, pero los desperdició. Devolvió el mando al Cádiz, que adelantó metros. Sólo, eso sí, hasta que marcó en la primera vez que visitó a Toni tras el descanso.

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