El COOB mantiene en secreto la identidad del último relevista

El hermético secreto en que se mantiene la identidad del último portador de la antorcha persiste 24 horas antes de la ceremonia inaugural. El ocultar la identidad del relevista es otra de las tradiciones que animan el rito del fuego olímpico. La última vez que un medio de comunicación logró desvelar, con anticipación y sin sombra de duda, la incógnita fue en 1964. Unos días antes de la inauguración de los Juegos de Tokio 64, el periódico japonés Asahi Shimbun publicaba el nombre del atleta que encendería el pebetero del estadio con la llama procedente del santuario griego de Olimpia.

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El hermético secreto en que se mantiene la identidad del último portador de la antorcha persiste 24 horas antes de la ceremonia inaugural. El ocultar la identidad del relevista es otra de las tradiciones que animan el rito del fuego olímpico. La última vez que un medio de comunicación logró desvelar, con anticipación y sin sombra de duda, la incógnita fue en 1964. Unos días antes de la inauguración de los Juegos de Tokio 64, el periódico japonés Asahi Shimbun publicaba el nombre del atleta que encendería el pebetero del estadio con la llama procedente del santuario griego de Olimpia.

Alrededor de 14 estrellas españolas figuran en las quinielas. Deportistas tan representativos como los ex atletas José Manuel Abascal y Jordi Llopart, o Josep Marín, todavía en activo a los 42 años, el regatista José Luis Doreste -probable penúltimo relevista-, la tenista Arantxa Sánchez Vicario, el waterpolista Manuel Estiarte y la esquiadora Blanca Fernández Ochoa han salido a luz pública a lo largo de los últimos días.La figura de Juan Antonio Sanepifanio, Epi, destacaba ayer en las especulaciones sobre los candidatos al último relevo de la antorcha. El alero -de 33 años- de la selección de baloncesto, quien el domingo disputará su partido internacional número 200, reúne todos los requisitos para que haya consenso entre las partes implicadas que desean mantener en secreto el último detalle de la ceremonia.

Incluso Miguel Induráin ha sido objeto de especulación fundada. Mario Conde, máximo dirigente de Banesto -entidad bancaria patrocinadora de los Juegos- y propietario del equipo ciclista, realizó gestiones para que el más que posible vencedor del Tour pudiera viajar a Barcelona el sábado por la noche desde las cercanías de París, donde el domingo se proclamará ganador. El proyecto era que viajase en una avioneta privada, con la que volvería a Francia inmediatamente después de la ceremonia. El intento fracasó, en principio, entre otras cosas porque la organización de la carrera ciclista no le permite ausentarse. Pero es que, además, los ciclistas, por su constitución muscular, tienen problemas para correr a pie. Eso perjudicaría a Induráin.

Según ha podido saber EL PAÍS, el jueves de la semana pasada se cambió el nombre del relevista cuando ya se había llegado a un consenso. Con anterioridad ya se había descartado al piragüista Herminio Menéndez, poseedor de tres medallas olímpicas.

Último detalle

La única vez que se desveló con anterioridad el nombre del último relevista fue en Tokio-64. El elegido era Yoshinori Sakai, apodado el bebé de Hiroshima, que había nacido el mismo día en que Estados Unidos arrasó dicha ciudad japonesa con una bomba atómica. Desde entonces, nunca se ha conocido de antemano el nombre del último portador, porque los organizadores quieren guardarse ese último detalle como gran final sorpresa de la ceremonia.El mantenimiento del secreto llega hasta el extremo de que, en ocasiones, ni el propio presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) está en conocimiento de la identidad del elegido. Así sucedió el invierno pasado en los Juegos de Albertville (Francia), donde la cúpula del COI se quedó de piedra, primero, y expresó su disgusto, después, al ver quién era el último relevista: el ex futbolista Michel Platini, un personaje extremadamente popular en Francia y muy conocido internacionalmente, pero de escasa vinculación al olimpismo.