Induráin: "Es pronto para que me igualen a Anquetil"

Miguel Induráin aterrizó ayer en Barajas, etapa previa a su retiro navarro, pero no se bajó de la bici. Siguió en ella no para controlar a Chiapucci o Chioccioli, que eso ya lo hizo, y bien, en el Giro, sino para huir de la euforia y de su séquito de entusiastas estrechamanos, palmeadores de espalda, cazadores de autógrafos y toda suerte de personajes e instituciones que reclaman su presencia para homenajes sin fin. "Voy a intentar no caer en el mismo error que el año pasado tras el Tour, cuando, con tanta celebración, sufrí una gran fatiga psíquica y física. Igual la afición se mosquea...

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Miguel Induráin aterrizó ayer en Barajas, etapa previa a su retiro navarro, pero no se bajó de la bici. Siguió en ella no para controlar a Chiapucci o Chioccioli, que eso ya lo hizo, y bien, en el Giro, sino para huir de la euforia y de su séquito de entusiastas estrechamanos, palmeadores de espalda, cazadores de autógrafos y toda suerte de personajes e instituciones que reclaman su presencia para homenajes sin fin. "Voy a intentar no caer en el mismo error que el año pasado tras el Tour, cuando, con tanta celebración, sufrí una gran fatiga psíquica y física. Igual la afición se mosquea, pero no puedo descuidarme. El Tour está ahí y voy a intentar ganarlo, por lo que no voy' a hacer ninguna celebración".En Barajas, Induráin hizo una pequeña concesión. Se asomó un ratito a la puerta de la sala de prensa del aeropuerto y saludó a la cincuentena de entusiastas que, a gritos, reclamaron la presencia del ídolo. "Miguelón, saluda a la afición" y "Ahora, a machacar a Bugno" fueron las frases de rigor. Una osada anciana consiguió un beso y el dueño de un bar una foto firmada que lucirá junto a algún almanaque en su local. No hubo más, salvo una conferencia de prensa atiborrada de informadores, fotógrafos, azafatas, cámaras de televisión y algún que otro infiltrado.

"Ahora empiezo a disfrutar de mi triunfo, aunque me siento cansado y sólo pienso en descansar y en comer", fueron las palabras de arrancada. Induráin, con el cuello tatuado por el sol y la marca de su maillot, mostró prudencia: "Me parece muy pronto para que se me iguale a Anquetil o Merckx. Tengo fallos, como todo el mundo. Ganar este Giro ha sido un esfuerzo enorme. A mí me habían dicho que allí sólo se atacaba a 50 kilómetros de la meta, cuando aparecía el helicóptero de la televisión, pero de eso nada. No ha estado chupado, como he leído por ahí".

El líder del Banesto sólo piensa en preparar el Tour. Los Valles Mineros, el Campeonato de España y una posible concentración. en altitud son los compromisos previos que baraja. Dependerá de cómo respondan sus músculos en estos días de descanso. "Espero no acusar el esfuerzo. Confío en estar bien en sólo una semana. Lo más duro será la presión. El Tour es lo más duro, una carrera que te lo da o te lo quita todo, lo máximo. Allí estarán los. mejores y algunos, como Lemond, Bugno, Mottet o Breukink, se están preparando para, ello. Voy de favorito, lo sé, y será difícil, pero ilusión no falta. La experiencia vale para algo".

Alguien pidió a Induráin que resumiera su hazaña. No pudo. "Lo más bonito ha sido ir allí por primera vez y ganar. Lo de ser el primer español es secundario. Lo que me pasa es sólo el premio a muchos años de trabajo, no todos buenos". MiguqIón, Intourain, Michelone.... El, ni caso. "Prefiero que me llamen Miguel", respondió con su media sonrisa.

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