Las estrategias secretas de Induráin

Induráin llegó al Giro en silencio, a hurtadillas . Era su primer viaje a la gran carrera italiana y hablaba con respeto de esta nueva experiencia. De manera consciente, todo el entorno técnico del Banesto procuraba referirse al francés Jean François Bernard cuando se trataba de analizar las aspiraciones del equipo en el Giro. Induráin debía ser una referencia al margen. Es una estratagema harto conocida entre los hábitos del director José Miguel Echávarri.Naturalmente, las intenciones de Echávarri y de Induráin no eran otras que las de intentar llenar uno de esos casilleros en blanco que aún ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Induráin llegó al Giro en silencio, a hurtadillas . Era su primer viaje a la gran carrera italiana y hablaba con respeto de esta nueva experiencia. De manera consciente, todo el entorno técnico del Banesto procuraba referirse al francés Jean François Bernard cuando se trataba de analizar las aspiraciones del equipo en el Giro. Induráin debía ser una referencia al margen. Es una estratagema harto conocida entre los hábitos del director José Miguel Echávarri.Naturalmente, las intenciones de Echávarri y de Induráin no eran otras que las de intentar llenar uno de esos casilleros en blanco que aún tiene el ciclismo español: el Giro. Colocar a Bernard en primera línea era muy beneficioso porque no lesionaba los intereses de Induráin y porque, segunda parte de la estrategia, podía permitir la victoria del español sin excesivo desgaste. La doble estrategia constituía un monumento a la economía: procurar que Induráin gane al Giro sin mermar su preparación para el Tour. Porque Echavarri quiere al navarro de rosa en Milán, de amarillo en París y de arcoiris en Benidorm, sede del campeonato del mundo. Echávarri ha hecho famosa una frase: "Veo a Induráin de todos los colores".

Más información

La estrategia tiene vigencia pero ha quedado al descubierto. Primero fue la actuación del corredor español en la Vuelta a Romandía, una prueba que suele servir de termómetro previo al Giro. Induráin ganó la contrarreloj y terminó en segunda posición, por detrás del norteamericano Hamspten, sin haber hecho grandes alardes. Poco después, una inoportuna lesión de Bernard impidió enmascararle en la salida.

En Génova, Induráin era algo más que el jefe de filas del Banesto. Era el ganador del pasado Tour. Estaba en todos los pronósticos. No había remedio. Tres segundos le separaron de la maglia rosa en la prólogo. No había disimulo posible. Para remate, alcanzaba el liderato en la tercera etapa, lo consolidaba en la cuarta y empezaba a rematarlo ayer, en la décima.

Frustrada la primera parte de la estrategia, que era el engaño, queda por ver si Echávarri conseguirá su propósito, hacerle un Giro dietético.

El resultado de la jornada de ayer es, por ello, extraordinariamente bueno. Ha descartado a tres rivales (Chioccioli, Lelli y Sierra) y aumenta su diferencia respecto a Chiapucci. Que Giovanetti le acompañara no preocupaba, porque es el italiano menos peligroso en la montaña.

El camino a seguir es lograr que los rivales acepten su liderato como algo incontestable. El día en que Chiapucci trabaje más por colocarse en el podio que por vestir de rosa, el Giro se habrá convertido en un desfile para Induráin. He ahí la estrategia. Lo malo es que ya es un secreto a voces.

Archivado En